Aprendí a hablar antes que a andar, y desde que pude sostener sola un libro no los he soltado. Harry Potter me enseñó qué era la magia y Laura Gallego me presentó a todas las criaturas posibles; desde entonces, la fantasía siempre ha estado conmigo, y aunque lea un poco de todo (o lo intente), siempre habré de volver a ella. Creo de corazón en el poder de las historias que contamos para encontrarnos, y mi amor por ellas me llevó primero a la Filología Hispánica, después a la docencia y por último a El Templo de las Mil Puertas, donde espero que me acompañen muchas más.