Mis padres dicen que aprendí a leer solo. Quizá por eso mis primeros recuerdos son con un libro en la mano. Mis primera novelas juveniles fueron cuentos de buenas noches, pero pronto comencé a devorarlas por mi propia cuenta. Me estrené en internet con un blog que ya no existe, y en 2016 mis deseos me llevaron a El Templo de las Mil Puertas, ¡donde me recibieron con los brazos abiertos! Ahora aprendo a contar historias; en las páginas de un libro, en la pantalla, sobre un escenario o detrás de un micrófono. No hay narración que no me cautive.