Si adoras los libros de fantasía, eres de los míos: fantástico. De niño viajaba en El Barco de Vapor hasta que conseguí surcar las mareas misteriosas de Zafón. Rowling me instruyó en el preciso arte de volar en escoba y, junto a Kerouac, crucé América en carretera. A estas alturas de mi vida ya no leo libros, los devoro. He llegado a El Templo de chiripa, iba al baño y abrí la puerta que no era.