Las historias llegaron a mí primero como un cuento de una reina de corazones, luego como letras de colores que hablaban de ratones en reinos de fantasía y, más tarde, como una novela sobre cuatro hermanas que cosían, escribían, pintaban y cantaban. Con los años he ido atesorando todas estas palabras en un cofre que me ha llevado a estudiar Traducción e Interpretación y a escribir las mías propias. Un bosque de árboles cantores me condujo hacia esta revista y, desde entonces, me asomo por sus mil cerrojos en busca de nuevas palabras para mi colección.