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Autores de ayer

Barbara Park

El Templo #101 (agosto-septiembre 2024)
Por Gabriela Portillo
55 lecturas

Como les ocurre a tantos otros autores míticos de literatura infantil y juvenil, escribir no era el plan original de Barbara. Ella quería ser profesora de Historia en educación secundaria. Sin embargo, pronto sintió la llamada de la escritura y se dedicó por completo a ella gracias al éxito de su archiconocida serie Junie B. Jones. Te contamos algunos secretos de su vida y de esta protagonista inmortal.

La llamada de las letras

Barbara Lynne Tidswell nació el 21 de abril de 1947 en Nueva Jersey, Estados Unidos. Su padre se dedicaba al comercio y su madre era secretaria. Se crió junto a su hermano en Mount Holly, un pueblecito granjero cerca del mar, hasta que se mudó a Alabama para ir a la universidad. Allí conoció a su marido, Richard Park, cuyo apellido adoptó al casarse. Después se mudaron juntos a Arizona, donde se enamoraron del desierto y vivieron muchos años junto a sus dos hijos, Steven y David.

Durante la universidad, Barbara estudió para ser profesora de Historia y llegó a terminar el Grado en Educación Secundaria. Sin embargo, tuvo una nefasta primera experiencia como maestra y decidió seguir su vocación y dedicarse a la escritura. Tras varios rechazos, la editorial Alfred Knopf apostó por su primer libro y cambió el rumbo de su vida.

Barbara Park escribió más de cuarenta libros, vendió más de 55 millones de copias y recibió varios premios, como el Children’s Choice Awards en siete ocasiones distintas. Con todo, su carrera se caracterizó por un éxito arrollador entre el público. Sus libros tratan temas cercanos a los niños y combinan el humor con una profunda comprensión de la importancia de sus miedos, deseos y descubrimientos. La propia Barbara reivindicaba el valor de la crítica infantil con estas palabras: «Hay quienes piensan que el valor de un libro infantil solo puede medirse en términos de las lecciones morales que trata de imponer o del modelo de conducta ideal que ofrece. Pues resulta que yo opino que un libro tiene un valor extraordinario con solo provocar en el lector una o dos sonrisas. De hecho, creo que eso es enorme».

Sonrisas, chaquetas y barrigas aburridas

Tal importancia daba a esas sonrisas que se colaron en el título de su primer libro. En 1981 publicó Don’t Make me Smile [No me hagas sonreír], la historia de Charlie Hickes, un niño de diez años cuyos padres se están separando. Unos años después lanzó The Kid in the Red Jacket [El niño de la chaqueta roja], una novela middle grade sobre las dificultades de un chaval llamado Howard para hacer amigos tras mudarse a otra ciudad. Todo el mundo lo ignora excepto su vecina, Molly Vera Thompson. ¿El problema? Molly solo tiene seis años. Aunque a Howard este dato no le hace mucha gracia, Barbara cuenta que cuando mejor se lo pasaba era escribiendo a los niños pequeños como ella, que sería la semilla para dar forma a su antológica Junie B. Jones.

En 1995 publicó otra novela autoconclusiva, Mick Harte Was Here [Mick Harte estuvo aquí], sobre el duelo de Phoebe, una chica de trece años, tras la muerte de su hermano en un accidente de bici. Y en el año 2000 lanzó The Graduation of Jake Moon [La graduación de Jake Moon], en la que el protagonista sufre por el deterioro de su abuelo enfermo de Alzheimer, que «se desvanece tan rápido como la luna». En una entrevista, la autora comentó que estos dos libros eran de los que más orgullosa se sentía porque, al tratar temas tan delicados y cercanos a su propia experiencia, le llevó mucho tiempo terminarlos.

Junto a los libros autoconclusivos, Barbara también publicó una serie llamada Skinnybones, compuesta por un libro homónimo (1982) y su segunda parte, Almost Starring Skinnybones (1988), además de un álbum ilustrado titulado Ma! There’s Nothing to Do (2008) [Mamá, ¡no hay nada que hacer!]. El álbum ilustra un poema cómico sobre las quejas de un bebé que se aburre en el útero materno. Barbara cuenta que la idea se le ocurrió cuando su nuera la invitó a una ecografía y vio a su nieto por primera vez en la pantalla, «¡era como ver Discovery Channel!».

Desafortunadamente, ninguno de estos libros llegaron a ser traducidos a nuestro idioma. Sin embargo, la obra más célebre de Barbara Park (y la que perdura hasta nuestros días) no solo llegó a España, sino que tuvo un éxito arrollador. Te hablamos de la serie protagonizada por Junie B. Jones.

«Me llamo Junie B. Jones»

Junie B. Jones es una niña de seis años con muchas opiniones y aún más ganas de compartirlas. En sus libros narra las aventuras de su vida cotidiana con mucha gracia y (algunos) fallos gramaticales propios de su edad, que le dan una personalidad única. En la primera entrega, Junie B. Jones y el autobús apestoso (1992), cuenta su primer día en el cole. Aquí ya aparece su tan mítica presentación, que se repetirá en otros libros: «Me llamo Junie B. Jones. La B. es de Berta. Pero es que a mí no me gusta Berta. A mí lo que me gusta es la B. Y ya está».

Ese desparpajo conquistó los corazones de los lectores durante veintiocho libros. Con cada nuevo volumen, el mundo de Junie B. se expande un poco más, lo que para ella, por supuesto, es todo un acontecimiento. Por ejemplo, en el segundo libro, Junie B. Jones tiene un hermano monísimo. A partir de aquí, la numeración española cambia respecto a la original, pero tuvimos la suerte de poder leer todas las desternillantes aventuras. Durante sus once años de publicación (1992-2013), Junie tiene un admirador secreto (número 5), va de boda (número 9), es espía (número 12), busca mascota (número 14) y monta el numerito (número 22). A través de sus ojos nos encariñamos de su universo y de los divertidos personajes que lo pueblan: la Seño, Warren el superguapo, su hermano Ollie…

La fiebre por Junie B. Jones fue tal que, además de las novelas, se publicaron varios libros más, como La gran guía de Junie B. Jones para sobrevivir al colegio, TOP-SECRET (privadísimo): El diario de Junie B. (¡y tuyo también!) y hasta dos libros de pasatiempos. Todas las obras relacionadas con Junie B. Jones están ilustradas por Denise Brunkus con un estilo clásico y colorido perfecto para la saga.

La serie de Junie B. Jones ha vendido millones de copias en todo el mundo y se sigue reimprimiendo en la actualidad. ¡Hasta existe una adaptación al teatro musical, con sus propias canciones! Sin duda, la inolvidable voz de su protagonista tiene mucho que ver con su éxito: consiguió conectar de verdad con los pequeños lectores en sus primeras incursiones literarias. Cuando le preguntaron sobre las críticas hacia el modo poco ortodoxo de hablar del personaje, la autora replicó con unas declaraciones que siguen vigentes todavía hoy: «Siempre va a haber un grupo de gente que denigre los libros que hablan con una voz diferente a la suya propia. Yo ya no intento explicar el concepto de la literatura a este tipo de gente. Es un valioso tiempo perdido».

En España, la encargada de transmitirnos la voz de Barbara no fue otra que Begoña Oro. Poca gente sabe que, antes de empezar su propia andadura como autora de literatura infantil y juvenil (con obras como Pomelo y Limón, Croquetas y wasaps o Monsterchef), Begoña tradujo las aventuras de Junie B. Jones para la editorial Bruño. Sin duda, su estupenda labor contribuyó a popularizar esta serie en nuestro país, pues supo acercar la gracia característica de Junie a nuestro contexto. ¡En el original la B. es de Beatrice! Además de al español, la serie de Junie B. Jones también ha sido traducida al catalán y al euskera, de la mano de Màriam Serrà i Fernàndez y Amets Santxez Munain respectivamente.

Hasta siempre

Tras toda una carrera dedicada a la literatura para niños y jóvenes, Barbara Park murió por un cáncer de ovarios en 2013. Durante su larga enfermedad, la autora fundó la asociación SIS (Sisters in Survival) para ofrecer apoyo financiero a pacientes con este tipo de cáncer. En la actualidad sigue funcionando gracias a su familia.

                                                         

Barbara Park nos ha dejado un legado literario imborrable. Sus historias han creado lectores durante varias generaciones, pero sobre todo han hecho sonreír (y reír) a miles de niños. ¿Qué más se le puede pedir a la literatura?