La protagonista de El reino secreto es la hermana de Mozart y la de Olivia Shakespeare es, como su nombre indica, la de Shakespeare. ¿Por qué elegiste contar la historia desde su punto de vista y no desde el de Mozart y Shakespeare?
Primero escribí Olivia Shakespeare basada en una frase de Virginia Wolff. En su ensayo Una habitación propia imagina una posible hermana de Shakespeare y cómo habría sido su vida en términos realistas. Defendiendo su discurso feminista, Virginia pinta un panorama bastante desolador. Al trasmitir esto a un lenguaje infantil, intenté imaginar lo que le habría sucedido a esa hipotética hermana de Shakespeare si las cosas hubieran ido bien. En este caso, Olivia utiliza la magia de los duendes que luego aparecerán en Sueño de una noche de verano para hacer realidad sus deseos de ser escritora.
La idea detrás de los hermanos Mozart es parecida, pero a través de la reivindicación de un personaje real, María Ana Mozart. Antes de que su hermano revelara sus enormes habilidades, era ella la estrella de la familia. Pero la injusticia de la época hizo que su padre apostara por su hijo, dejando de enseñarle a ella. Así que quise dar a conocer esta historia a otra generación; porque es bueno que conozcan cómo ha sido el pasado.
¿Es casualidad que ambas protagonistas sean chicas?
Le doy mucha importancia. Estamos en un momento privilegiado respecto a la igualdad de género, y sin embargo, a lo largo de mi vida he observado un cierto retroceso. Cuando yo era pequeña no había esta gran diferenciación entre juguetes para chicas o para chicos, libros para chicas y libros para chicos, etcétera. Quizás siempre ha estado ahí, pero no tanto como ahora, y creo que encasillar de esta forma es peligroso.
¿Te resulta más fácil basarte en personajes históricos como estos o en personajes ficticios como Moriarty o los de Andersen?
Me interesan ambos. Me interesa lo que hay de ficción en la realidad, lo que hay de realidad en la ficción. Me interesa la historia de la vida privada y cotidiana en otras épocas. Creo que es algo que nos enseña mucho acerca de nosotros.
Por otra parte es muy difícil separar la historia de la ficción que hemos leído sobre ella, porque la ficción, con su sugestión, hace que te sientas atraído por lo que lees, que te apetezca conocer más sobre esa época y sus personajes.
¿Qué autores dirías que te marcaron especialmente en tu infancia y adolescencia? ¿Crees que esas lecturas se han reflejado de algún modo en tu obra?
Cuando era pequeña, mis padres tenían muchos libros, y yo «picoteaba» un poco de todo. Pero había algo que me faltaba, y fue al leer los primeros libros de ciencia ficción y fantasía cuando realmente detecté qué era: la especulación, el «¿cómo sería el mundo si...?». El primer libro de ciencia ficción que recuerdo es el primero de Los trípodes, de John Christopher, y de fantasía fue probablemente alguna novela de María Gripe, Los hijos del vidriero puede ser: fantasía muy oscura, con elementos de terror... Me pareció fascinante.
Por supuesto, están los autores que influyeron a toda mi generación: los libros de falta El Barco de Vapor, Guillermo Brown, etc.
Gran parte de tus novelas tienen algo de histórico. ¿Cómo te documentas para esos detalles que puedan ser más inaccesibles?
Afortunadamente existe Internet, aunque siempre hay cosas más complicadas. Para Olivia Shakespeare tuve que saber cuál era el precio exacto del papel y de la tinta en esa época, buscar varios documentos y compararlos entre sí. Pero como digo, Internet funciona como una «mente colmena» y es relativamente fácil que la gente suba documentos de la época, que comparta sus datos...
Tus novelas siempre tienen fantasía en mayor o menor medida. ¿Qué es lo que te gusta tanto de la fantasía?
Siempre he tenido predilección por la fantasía y ciencia ficción. Algunas veces escribo algo más realista, pero es más como un «desahogo» personal. Creo que mi proyecto literario está claramente definido en los géneros especulativos.
¿Trabajas mucho la novela antes de ponerte a escribir? ¿Tienes claro desde el principio el final y el desarrollo?
Soy totalmente «de mapa». Me organizo toda la documentación, hago esquemas completísimos, fichas de personajes. Evidentemente mientras escribes es inevitable que cambien cosas, pero a priori siempre necesito saber a dónde voy.
También me interesan mucho las diferentes técnicas narrativas. Leo muchos libros de consejos literarios, decálogos, libros de guion (de todas las épocas). Seguro que tienes muchas ideas para futuros libros. ¿Cómo eliges cuál ponerte a escribir?
La elección responde a estados emocionales. Igual que como lectora tengo siempre empezados varios libros y escojo según cómo me sienta, hago lo mismo cuando escribo. Es una percepción un poco sinestésica: no es muy racional, está más relacionado con un «sabor», esa sería la mejor forma de describirlo.
Hay muchos autores que solo prestan atención a determinados aspectos (personajes, acción, descripciones, etc). Como licenciada en Bellas Artes, ¿cómo dirías que es posible plasmar los cinco sentidos en la literatura?
El lenguaje es una de las herramientas de expresión que existen; se puede decir absolutamente todo. No es fácil, pero es cuestión de proponérselo, proponerse tener una textura rica en sensaciones, en sugestiones, en imágenes... Trabajarlo intencionadamente.
Creo que para cada autor existe un tipo de lector; hay quienes valoran más las imágenes, otro valoran más la acción.
Apoyas mucho todo lo relacionado con la creatividad, incluso con el «hazlo tú mismo»… ¿Cómo se puede animar a adoptar ese espíritu mediante la literatura?
Se trata de crear modelos. Es como el tema de «chicas y chicos»: los chicos tienen muchos modelos de personajes; sin embargo para las chicas no hay tantos. Por eso está tan bien que se creen estos personajes femeninos fuertes, luchadores, con ganas de conocer el mundo y a sí mismas.
Eres parte de distintos procesos de creación de un libro (no solo escribes, también eres lectora editorial y traductora), ¿cuál es el que más satisfactorio te resulta?
Leer es mi trabajo soñado, aunque pueda tener el inconveniente de que no siempre escoges lo que lees. Creo que ser un lector curioso y múltiple es inseparable de ser escritor. ¿Qué vas a comunicar si no estás aprendiendo constantemente?
En Flores de sombra hay una marcada línea ecológica en la trama. ¿Qué te impulsó a escribir sobre ello?
La ecología es uno de los modelos de pensamientos más interesantes y con más sentido del siglo XX y del XXI. Creo que la idea de la sostenibilidad del planeta es algo de sentido común, y que además puede comprenderse de manera metafórica: la sostenibilidad de cada uno, tratar al planeta como se trataría a uno mismo y viceversa.
Hemos leído que desde pequeña asocias letras y números (sinestesia) con un color en concreto. ¿Es algo que te haya ayudado con tu faceta de escritora o ilustradora?
Lo que me sucede está descrito como «pseudosinestia». A nivel práctico me sirve para recordar, pero como escritora quizás solo me ha influido en la idea (bastante recurrente en mí) de que todas las artes y las sensaciones son traducibles unas en otras.
Escribes novelas, pero también eres poeta experimental. ¿Cómo enfocas ambos campos cuando te pones a trabajar?
La poesía no la escribo intencionadamente, es algo que «sucede» en determinados estados emocionales, por mucho que luego pueda coger la poesía y la trabaje. Es un proceso muy diferente a la narrativa, que requiere mucho trabajo de organización, documentación... Son dos maneras diferentes de expresarse, casi tan diferentes como la pintura y la escritura. Son dos mundos diferentes y complementarios.
Últimamente se hacen muchos remakes, casi siempre en el mundo audiovisual. ¿Por qué nos gusta tanto volver a los mismos temas de la historia?
Por un lado, debido a problemas económicos, tanto la industria cinematográfica como la editorial tienen miedo a correr riesgos.
Además, la revolución de Internet ha sido tan rápida que aún no ha creado sus propios formatos, sus propios temas. Internet nos ha cambiado a todos (incluso a los que no lo hemos vivido de pequeños) porque la información deja de ser lineal: ahora está en la nube. Todo está ahí, disperso, y es responsabilidad y trabajo tuyo separar el oro de la paja.
Otra idea muy importante de Internet es que nos permite agruparnos, conocer y conectar de una manera completamente nueva que jamás en la historia de la humanidad se había producido, e incluso sumar nuestras capacidades de una manera que casi nos da «superpoderes».
Estamos en un momento muy interesante en el que realmente el mundo es de aquellos que comprendan la herramienta de Internet. Y creo que, de entre ellos, tendrán ventaja los que, además, consigan comprender el lenguaje del futuro, de lo multimedia, y al mismo tiempo sepan emplear el lenguaje «tradicional» para profundizar y elaborar un discurso que vaya realmente al grano y que tenga cierto grado de complejidad estructural.