Pedro Ramos nació en Entrevías (Madrid), en 1973. Ha trabajado, entre una larga lista de profesiones, como botones, publicista, relaciones públicas y geólogo. Descubrió su vocación hace unos años, cuando empezó a frecuentar talleres de escritura creativa. Actualmente, además de escribir, imparte sus propios talleres y tutorías personalizadas. Ha ganado la última edición del Premio Edebé de Literatura Juvenil con Un ewok en el jardín.
Aunque desde niño tu pasión sea la literatura, estudiaste una carrera de ciencias y, entre tus muchos trabajos, podemos encontrar las profesiones de geólogo o reponedor. Ahora también eres escritor y profesor de escritura creativa. ¿Qué ocurrió para que decidieras encaminarte a la literatura?
Escribir siempre ha sido mi vocación y, aunque he tardado, parece que al final me he salido con la mía. Creo que uno termina donde tiene que terminar.
Has escrito para adultos, para jóvenes y para niños. ¿Qué diferencias encuentras a la hora de escribir para unos y para otros y posteriormente en los encuentros con los distintos grupos de lectores?
Yo empiezo todos mis proyectos literarios de la misma forma: con una idea. Si el protagonista es más joven o más viejo, no me importa, si estoy interesado en contar su historia. A partir de ahí es el mercado editorial quien decide a qué público intenta vendérselo. No creo en las etiquetas. Mis libros puede leerlos cualquier persona con un mínimo de curiosidad, sin límite de edad.
Los encuentros son muy distintos. Los niños y algunos adolescentes son directos, sinceros, algo que no puede decirse de la mayoría de los adultos. Los primeros te tratan sin prejuicios, hasta con indiferencia, mientras que los segundos acuden con una idea preconcebida de ti que es muy difícil de cambiar.
En 2017 publicaste La playa de los cristales (Edebé). En esta historia tocas géneros como el drama y el thriller. Sin embargo, en Héroes (Edebé, 2021), te adentras en el terreno de la ciencia ficción. ¿Hay algún género literario que planees tratar en el futuro? ¿Alguno que ni te plantees hacerlo?
Me temo que sobrevaloras mi obra. Todos mis libros son realistas, demasiado. Pero lo son porque no he conseguido que sean otra cosa. En Héroes es cierto que intenté hacer algo parecido a la ciencia ficción, pero no lo conseguí. Aun así quedó algo digno, pero mejorable. Por eso ahora estoy trabajando en la segunda parte.
El protagonista de El coleccionista de besos (Edebé, 2018) tiene trastorno del espectro autista. En tu obra son recurrentes los personajes diagnosticados con enfermedades mentales. ¿Qué es lo que te lleva a interesarte tanto por ellos? ¿Por qué es importante darles voz?
Me interesa mucho la psicología de los personajes sobre los que escribo, tanto de los principales como de los secundarios. Es cierto que algunos responden a determinadas patologías. En el caso de El coleccionista de besos, que acaba de reimprimirse por sexta vez, el reto era contar la historia a través de los ojos de una persona diagnosticada con el trastorno del espectro autista. Y en Un ewok en el jardín también recurrí a la primera persona para hablar sobre la depresión. Como escritor tengo el privilegio de dirigir la mirada de las lectoras sobre los temas que yo desee; como persona tengo la obligación de intentar construir un mundo mejor. Por eso es importante darles voz.
En Un ewok en el jardín (Edebé, 2022) te sumerges en una mente enferma, que lleva sufriendo mucho tiempo. Uno de los mayores logros de la novela es la veracidad con la que retratas una depresión de esas dimensiones. ¿De qué manera te documentaste para ello?
Muchas gracias por el piropo. La mejor forma de documentarse sobre cualquier tema es leyendo. En mis talleres suelo decir que serás tan buen escritor como la mejor de tus lecturas, esto es aplicable al estilo y a la documentación. Pero es que además la «experiencia» (una palabra demasiado manoseada hoy en día) está sobrevalorada. Yo nunca he estado tan mal como David, el protagonista, pero he leído autores que han estado incluso peor. Son los que menciono en el libro.
En esa novela también hay mucha técnica para conseguir la verosimilitud que tú mencionas. La potencia sin control no sirve de nada.
¿Qué supuso para ti a nivel personal el proceso de escritura de esta obra? ¿Te afectó de alguna manera?
Nunca sales de una novela igual que entras. Yo solo quería escribir las páginas finales, las de las razones para seguir vivo, pero sabía que eso no me lo iba a publicar nadie así que tuve que inventarme una historia. Para mí escribir es una terapia, tuve que escribir Un ewok en el jardín para pasar de «cabreado con una sociedad que no hace nada para ayudar a las personas con tendencias suicidas» a «este es mi granito de arena».
¿De qué forma crees que puede ayudar esta historia a los jóvenes y no tan jóvenes, más allá de un buen rato de entretenimiento o evasión?
Los escritores tenemos que contar historias, por supuesto, lo del entretenimiento o evasión ya lo pone el lector. A todos no nos entretienen los mismos temas ni las mismas tramas. Si empiezo a leer un libro y en la primera página aparece un asesinato, o la palabra «secreto», lo dejo inmediatamente, no solo eso, lo coloco en la estantería de «Libros para regalar».
Respecto a la primera parte de tu pregunta, creo que el libro puede servir para que los jóvenes y no tan jóvenes sientan que otros han pasado por lo que ellos están pasando. Y que están aquí para contarlo. Al final, eso es lo único que importa: seguir.
Con esta novela te alzaste ganador del Premio Edebé 2022. No era la primera vez que te presentabas a esta convocatoria, ¿cómo ha sido tu relación con los premios literarios a lo largo de tu carrera?
Escéptica. Recuerda que uno de mis libros, quizá el más complicado de leer, se titula Todo es mentira (me han dicho que ahora hay un programa de televisión con el mismo título, ¿podré pedirles derechos de autor?). Empecé a presentarme al Premio Edebé porque un amigo me dijo que era un premio limpio y que se leían todos los manuscritos que se presentaban. Así debe ser porque la primera vez que me presenté, con La playa de los cristales, no gané, pero me ofrecieron publicarla con ellos. Desde entonces, me he presentado todos los años. Este no puedo porque no te dejan ganarlo dos años seguidos (risas).
También eres profesor de escritura creativa. Impartes talleres, tutorías personalizadas… ¿Por qué crees que es importante que un escritor acceda a estos recursos? ¿En qué suele necesitar más ayuda u orientación un escritor, dadas tus experiencias con los alumnos?
Creo en los talleres de escritura porque yo empecé en uno. Lo hacía fatal, pero tenía muchas ganas de aprender. Cómo sufrieron mis primeras profesoras. Para escribir, como cualquier otra cosa en la vida, se necesita talento, disciplina y pasión. En función del porcentaje de cada una de estas variables, así será el resultado.
El aprendizaje en las tutorías es mucho más rápido y efectivo, nos podemos centrar en lo que necesita el alumno. Tengo alumnos de todos los tipos, así cada uno necesita algo distinto. Y si yo no soy capaz de dárselo, le recomiendo que acuda a tal o cual taller. Lo bueno de llevar tanto tiempo en esto es que ya nos conocemos.
Además de narrativa, has escrito un libro de poesía y guiones para la televisión. En tu web podemos encontrar una sección llamada «Artefactos», textos breves en los que capturas escenas de la vida cotidiana o recomiendas lecturas. ¿Cuál de estas vías es tu favorita para compartir tus vivencias e historias? ¿Qué te aporta cada una que no te aporten las otras?
Los artefactos son trocitos de vida que envío semanalmente a mis lectores por correo electrónico. Algunas han aprovechado el verano para leérselos todos juntos, como si fuera un libro, y me han dicho que se lo han pasado muy bien. Para mí este formato es genial porque me permite hablar de aspectos muy íntimos con el escudo de la autoficción. Creo que me estoy poniendo muy técnico. Lo mejor es que si alguien siente curiosidad, le eche un vistazo a mi web (www.lau2.org). No tardará más de 4 minutos en decidir si quiere suscribirse o pasar de mí.
Por último, ¿podrías comentarnos algo de tus próximos proyectos literarios?
No me gusta hablar de lo que estoy haciendo, pero como ya te he dicho, me gustaría escribir la segunda parte de Héroes, tengo un libro de escritura creativa entre manos y, cada semana, un artefacto, por supuesto.