Algunos autores exploran más el lenguaje, otros prefieren trabajar la historia. En tu caso, ¿qué buscas en tus novelas cuando escribes?
Pues busco, cómo no, el equilibrio perfecto: contar una historia que me interesa, y que espero que interese a mis lectores, y hacerlo de la mejor manera posible. Podría decir que la historia manda, porque las palabras están a su servicio, pero soy exigente a la hora de elegirlas, y las modifico hasta estar conforme con cómo suenan. Sin embargo, pretendo que el lector no note mi esfuerzo: mi intención es que el texto se lea con facilidad y que no suene grandilocuente sino cercano, con parte de la espontaneidad del lenguaje hablado. Procuro no utilizar más palabras de las necesarias. De vez en cuando hago “podas” para eliminar las superfluas. En un libro hay una historia y el narrador que la cuenta. Para mí es importante la voz del narrador, que, naturalmente, se compone de palabras. A menudo uso su voz para enfocar lo que escribo con una dosis de humor o ironía que no es inherente a la historia.
¿Cuáles son tus libros favoritos y cuáles crees que han sido las lecturas que más han influido en tu estilo?
Cuando era niña me gustaba casi todo. Me entretuve mucho con los libros de Enid Blyton, que ahora se me caerían de las manos. Me gustaba la serie de Oscar, escrita por Carmen Kurtz, me gustaba Pippi Calzaslargas, el detective Tevan Sventon y los libros de otros autores nórdicos que tiendo a meter en el mismo saco porque creo que compartían una sensibilidad especial y una manera muy franca de dirigirse a los niños. Ya más mayor, me recuerdo leyendo fascinada clásicos como Peter Pan, Alicia en el País de las Maravillas o El señor de los anillos. Pero si tuviera que elegir libros concretos que me marcaron, elegiría Jim Botón y Lucas el maquinista, de Michael Ende, Emilio y los detectives, de Erich Kaestner, la serie de la familia Mumin de Tove Jansson y Kristy, de Babbis Friis. Aunque no siempre es evidente la influencia de esos autores en mis textos, fueron ellos los que me dieron ganas de empezar a escribir.
Siempre he leído mucho y con cada buen libro que leo me parece que aprendo algo que, de alguna manera, aunque mínima e indirecta, acaba incorporándose a mi escritura.
En tus libros se repiten algunos temas como sociedades que viven mentiras comunes (los comportamientos sociológicos son muy interesantes en novelas como La gruta de las Escorias o Sombra) o padres demasiado ocupados en el trabajo como para prestar atención a sus hijos. ¿Es deliberado o se trata de una casualidad? ¿Qué tienen tus libros en común?
Creo que los autores tendemos a caer una y otra vez en los mismos temas, muchas veces sin darnos cuenta. A veces porque son temas importantes para nosotros, otras porque, habiéndolos tratado en una ocasión, hemos reflexionado sobre ellos y nos quedan más cosas que decir. Creo que en mi caso hay una combinación de las dos razones. Me gusta que en mis historias haya un componente individual y otro social. Cuando me inventé mi propia sociedad en Sombra le tome afición al asunto, de ahí que lo haya hecho de nuevo en La Gruta de las Escorias. En cuanto a los padres absorbidos por su trabajo que descuidan a sus hijos, creo que es una preocupación que tengo como madre. El equilibrio entre la vida profesional y la familiar me parece un verdadero desafío y supongo que por eso, aunque no me identifique especialmente con los padres que describo, el asunto acaba por aflorar en mis novelas.
Me preguntas qué tienen en común mis libros. Mmm. Creo que todos tienen mi sello, un estilo que me caracteriza y me hace reconocible (espero que sólo reconocible y no repetitiva). Mis narradores a menudo se sitúan cerca del lector, y le hacen guiños cómplices. Utilizo mucho el humor, a veces por sí mismo, a veces para suavizar aspectos más oscuros de lo que estoy contando. Tengo tendencia a jugar con las palabras, y a veces tengo que contenerme para no abusar de este pequeño placer. Evito sonar pomposa.
En cuanto a mis personajes, pretendo que no sean sólo blancos o negros, sino que tengan dentro una moderada gama de grises. No quiero resultar moralizante ni dar respuestas. En los libros para más mayores, tiendo a los finales abiertos.
Has vivido en distintos países de América y Europa. ¿En qué ha afectado esto a tus libros?
Vivir en un país que no es el tuyo te muestra que hay distintas maneras de entender el mundo. Lo que dabas por sentado resulta que allí no funciona. Tu lengua no se entiende y debes hacer el esfuerzo de hablar otra. Al hacerlo, te das cuenta de cómo un idioma condiciona hasta cierto punto la forma en que sus hablantes ven la realidad. Y, aun sin la barrera de la lengua, sabes que eres percibida como una extraña, una forastera, algo que a veces es malo y a veces no tanto. Creo que todo esto se refleja de alguna manera en mis libros. En varios de ellos hay personajes que hablan idiomas distintos, lo que da lugar a problemas de comunicación. También tengo la mala costumbre de transplantar a mis personajes a culturas diferentes, a las que tienen que aclimatarse.
De los países en que he vivido, Bolivia es sin duda el que más me ha inspirado. En él hay un conflicto muy grande entre la cultura indígena y la cultura occidental, que es también un conflicto de clases. Las tradiciones y creencias indígenas son muy ricas y, para una europea como yo, resultaban muy atractivas y chocantes. También las diferencias sociales me chocaron, por el otro extremo. Vi paisajes preciosos, pero muchos de ellos de una belleza tan abrumadora como inhóspita. En fin, que con tanto material, no tiene nada de extraño que saliera un libro, La tierra de las papas, al que tengo un cariño especial.
En 2004 ganaste el prestigioso premio El Barco de Vapor. ¿Cómo recibiste la noticia? ¿Se te abrieron nuevas puertas después de conseguir el galardón?
El premio Barco de Vapor fue una gran alegría. Además, el mismo año recibí también el premio Edebé. Para entonces ya llevaba bastantes años publicando y los dos premios fueron un reconocimiento que me hacía mucha falta. A partir de entonces seguí escribiendo con ganas renovadas, pero al mismo tiempo el peso de lo logrado me bloqueó un poco. Escribía más pero descartaba más. Emprendí proyectos más complicados pero no siempre acertados. En fin, que no supe aprovechar el tirón de los premios y no me colé por esas puertas que mencionas en tu pregunta. He seguido publicando a mi ritmo lento y no creo que me haya hecho más conocida entre los lectores.
Tu bibliografía está repartida entre las colecciones de prescripción escolar de las principales editoriales españolas. ¿Son las editoriales las que encajan tus libros en estas colecciones o es tu intención? ¿Te gustaría publicar libros fuera de estas colecciones?
Cuando escribo un libro no lo hago con un objetivo particular, más que el de escribir algo que de pronto me ha empezado a llenar la cabeza y que quiero contar a otros. No pretendo ser didáctica ni encajar en una línea editorial determinada. Los editores deciden en qué colección aparecen mis libros. Me gustan las colecciones en las que he publicado hasta ahora, pero tampoco tendría inconveniente en publicar fuera de ellas. Como escritora, lo que quiero es que me lean.
¿Cuál es tu proceso de escritura, desde que tienes una idea hasta que escribes la última página?
Uf. Intentando hacer el proceso más sencillo y racional, cuando empiezo me propongo desarrollar la idea lo más posible en mi cabeza e incluso prever un desenlace. Pero lo cierto es que necesito ponerme a escribir para que la historia tome verdadera forma, y al hacerlo mis planes iniciales suelen torcerse de tal modo que a menudo acaban siendo irreconocibles. Hay personajes secundarios que se vuelven protagonistas, protagonistas que pierden peso y casi desaparecen, vuelcos inesperados de la trama, y esto sigue ocurriendo aun cuando la historia está muy avanzada. Ello me obliga a interminables reescrituras y correcciones, pero creo que el resultado final es más interesante y rico que la idea original que existía sólo en mi cabeza, así que acepto resignada el largo y a veces penoso proceso. Sólo cuando está acabado elijo un título. Normalmente tengo empezadas dos historias al mismo tiempo. Eso me permite descansar de una cuando me harto o me bloqueo, y retomarla cuando ha pasado el tiempo suficiente para poder evaluarla con objetividad, corregirla y seguir avanzando.
A diferencia de otros escritores actuales, no eres accesible a través de ninguna web personal o perfil de Facebook. ¿Mantienes algún tipo de contacto con tus lectores? ¿Hay alguna forma de que se pongan en contacto contigo?
No soy una persona muy apegada a la tecnología. De vez en cuando me planteo la conveniencia de tener una página en internet, pero es un proyecto que no llega a concretarse. Al final, la simple escritura se lleva todo el tiempo que reservo al día para mi trabajo. Sí, ya lo sé. Es una actitud poco inteligente y un tanto perezosa.
Alguna que otra vez acudo a un encuentro en algún colegio o centro cultural, pero como vivo en Inglaterra las ocasiones son pocas. Me llegan cartas o correos muy esporádicos de lectores, que suelen ser motivadores y “refrescantes”. Creo que esos contactos son buenos, aunque no los cultive. De modo que ahí va mi dirección de correo electrónico, por si algún lector quiere ponerse en contacto conmigo: paloma@bordons.wanadoo. co.uk.
Has escrito tanto para niños como para jóvenes, aunque en menor medida. Cuando empiezas a escribir, ¿tienes claro a qué edad quieres dirigirte? ¿Crees que tus libros podrían haberse escrito para otras edades?
Cuando doy con una idea que parece que va a convertirse en libro, tiendo a pensar en un grupo de edad determinado para el que me parece adecuada. Pero a menudo mis planes se desbaratan. Lo más frecuente es que un cuento simple y cortito se transforme en novelón.
Ahora que mis hijos han crecido, tiendo cada vez más a dirigirme a un público juvenil. Se ve que no me resigno a perderlos como lectores. Pero aun así me gusta alternar historias para edades diversas. Cada una me hace descansar de la anterior; es como una limpieza general de mi cerebro que resulta saludable.
¿Tendremos algún libro nuevo en 2011? ¿Estás trabajando en alguna historia para el público más juvenil?
Hace tiempo que decidí escribir una historia pensando en mi hija, que tiene trece años. Es la primera vez que escribo pensando en una persona concreta y sus gustos, y como debía conciliarlos con los míos, la cosa no ha sido fácil. Las dos hemos quedado bastante satisfechas, sólo falta saber quién y cuándo la publicará.
¿Estás al tanto del mercado editorial actual? ¿Qué opinión te merecen los últimos éxitos y tendencias? ¿Has leído alguno de ellos?
Intento seguir lo que pasa en el mundo de la literatura infantil y juvenil en nuestro país, pero leer, lo que se dice leer, leo mucho más a autores anglosajones, que me pillan más a mano. En Inglaterra hay mucha gente escribiendo cosas interesantes para jóvenes, en estilos muy variados. Admiro a Philip Pullman, me parece un autor muy completo. En sus novelas hay imaginación, inteligencia, buenas tramas, buena ambientación, y caracteres bien descritos psicológicamente. Me gusta David Almond, sobrio, intimista y sugerente. He leido la primera parte de The knife of never letting go, de Patrick Ness, y me ha parecido muy original y trepidante. Eva Ibbotson es francamente entretenida y tiene mucho sentido del humor. También me gustan Eleanor McCaughrean, algunos libros de Terry Pratchett… Y aun se me quedan unos cuantos en el tintero.
En cuanto al tipo de libros que actualmente están de moda, no logro interesarme por ellos. Entiendo la fascinación que producen en los adolescentes, y sé que algunos serán necesariamente buenos, pero siento cierto rechazo (¿quizá un poco snob?) cuando me hablan de una nueva trilogía sobre jóvenes con poderes, luchas entre el bien y el mal, vampiros, hombres lobo o brujos.
Además de escritora también eres ilustradora. ¿Realizas ilustraciones para tus libros aunque nunca se lleguen a publicar junto al texto? ¿Te gustaría que así fuera? ¿Cuál es tu experiencia como ilustradora?
La de ilustradora es mi vocación frustrada. Si el día tuviera más horas, dedicaría éstas a dibujar. Pero tiene las que tiene y he puesto por delante la escritura. Ilustrar es lo que hago cuando puedo y a mi manera, porque no tengo una formación artística académica. Tiendo a escribir para lectores cada vez más mayores, pero como ilustradora mi público ideal es el infantil. Si escribo para este público, a veces trabajo en las ilustraciones con que me gustaría acompañar el texto. A menudo las editoriales prefieren escoger sus propios ilustradores. La mayoría de las veces me reconcilio con su visión de mi historia, porque el ilustrador ha hecho un buen trabajo. (Creo que hay muy buenos ilustradores en España). Pero en alguna ocasión el resultado me ha parecido mediocre en vez de superior al mío, y en ese caso me llevo un gran chasco.