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Entrevista a...

Jordi Sierra i Fabra

El Templo #2 (febrero 2008)
Por Carlota Echevarría
9.195 lecturas
Después de más de treinta años dedicado a la literatura, Jordi Sierra i Fabra ha publicado libros para jóvenes, niños y adultos, de actualidad y de ciencia ficción, de amor, de misterio, de risa... en total más de 300.
Ha recibido numerosos premios, el último el premio nacional de literatura infantil y juvenil por su libro Kafka y la muñeca viajera. A principios de 2008 publicará El enigma maya, primera parte de una trilogía, Cuatro días de enero, un relato policíaco y Lágrimas de sangresobre la violencia de género. En un descanso entre viaje y viaje, Jordi nos ha respondido a estas preguntas, como siempre muy atento con sus fans.

¿Cuáles de tus libros han tenido más éxito? En tu opinión, ¿son tus mejores libros o en algún caso te sorprendió que ciertos libros tuviesen éxito y otros no tanto?

En mi web, www.sierraifabra.com, hay una sección llamada “Obras” y dentro de ella está la página “Top best sellers”. Ahí podéis ver la lista de mis libros más vendidos. Están todos los que pasan de las 5 ediciones y hay casi 100. Es una suerte para mí que se venda toda mi obra en conjunto, no únicamente un libro o dos. Eso prueba que gusta lo que yo hago, independientemente del tema. Sí es cierto que hay libros que te sorprenden y otros te parece raro que no tengan tanto éxito. Jamás hubiera creído que Campos de fresas vendiera medio millón de ejemplares (hasta hoy, porque sigue y sigue año tras año), mientras que algún que otro se quede en menos. Pero no me quejo. El gusto del lector es sabio, más que el del escritor, que se guía más por instintos y emociones.

Escribes prácticamente un libro al mes, ¿alguno te ha llevado más tiempo? ¿cuál ha requerido más esfuerzo?

Error. No hago un libro al mes. Lo que pasa es que si divides el número por los años que hace que publico, desde 1972, sí parece que sea así. En verano, en mis cuatro meses de encierro en mi montaña, puede hacer cinco, seis, siete obras, tanto infantiles (pocas páginas) como adultas (muchas páginas). Pero esto lo hago porque ya tengo los guiones hechos, el trabajo mental, la preparación. Escribirlas es lo más fácil. No he hecho otra cosa en la vida que escribir, así que se supone que sé escribir, mejor o peor, pero sé. De Octubre a Mayo en cambio viajo más y a veces paso dos meses sin poder escribir, pero mi mente trabaja igual, es cuando elaboro los guiones, clave de mi sistema. Recomiendo leer La página escrita. Ahí lo explico todo, mis trucos, secretos, etc. El libro que más tardé en hacer no fue uno, sino varios: La historia de la Música pop en 100 fascículos, 6 volúmenes, me llevó 10 meses, La gran enciclopedia del rock de la A a la Z en 100 fascículos, 5 volúmenes, 8 meses, mi trilogía El tiempo del exilio (Planeta), dos años, y la que aparece este 2008, Las hijas de las tormentas, año y medio. Eso incluye “pensar”, hacer los guiones, viajar a los lugares (tuve que ir a Yucatán, México para el primero de los tres) y finalmente escribirlos.

Dices que no corriges tus novelas, ¿eso es 100% cierto? ¿nunca has releído una antes de enviarla a una editorial y has cambiado algo?

Palabras como “siempre” o “nunca” son relativas. Digamos que en mi caso hay un 95% de libros que una vez hechos ni los he leído. ¿Para qué? Ya sé cómo terminan. No creo en la perfección, creo en el instinto. Para mí corregir un libro es enfriarlo. Quiero que el lector reciba toda mi energía a la hora de hacerlo, y yo lo vomito en una delicia brutal. Por eso supongo que llego a la gente: me leen en estado puro, sin adulteraciones. Y si un libro lo leo antes, es sólo porque ha sido complicado y quiero estar seguro de no haber cometido errores, no porque lo corrija. Raramente toco nada, y de reescribir... ni hablar. Incluso mis poemas los publico tal cual los escribí. No importa que pasen 20 años. Si los tocas, ya no serán de hace 20 años, sino de ahora. Importa mucho el espacio, el tiempo. Por eso aconsejo siempre a los lectores mirar la página 2 de los libros, la de los copyrights, para que sepan cuando se editó el libro, que suele ser al año de haberlo hecho el autor. Ah, si un editor me pide cambios, yo le digo que me devuelva el libro y lo publico en otra parte. Me niegoa tocarlos. Los firmo yo, aunque ellos se la jueguen al editarlos. Es mi nombre. Lo suyo sólo es dinero.

 

¿Lees tus libros años después de publicarlos? ¿Alguno de ellos te ha sorprendido, disgustado, emocionado…?

A veces, cuando aparece un libro, lo ojeo. Entonces me suelo sorprender. En ocasiones pienso “qué bien que escribía hace 10 años”. Eso es por la propia inseguridad de todos, aunque lo lógico es que con los años escribamos siempre mejor, porque sabemos más, tenemos más experiencia, somos más listos. El tiempo y la edad se alían para hacerte más sabio... aunque a cambio te deterioren en cuerpo. Me siento muy feliz, mentalmente, de mis 60 años. A los 25 era un crío que escribía y publicaba. Aún me asombra de que lo hiciera y vendiera libros. Pero entonces lo hacía bien para tener esa edad. Lo importante es estar bien contigo mismo a cada momento de tu vida, sin pensar en lo que hiciste antes ni lo que puedas hacer después. Ah, y nunca me he arrepentido de nada de lo que he hecho. Cuando lo hice fue por algo, creía en ello. Juzgarlo pasados los años es una comida de coco.

¿Cuántos libros has publicado? Más de 300, desde luego. ¿Te acuerdas de cada título y cada argumento?

Estoy respondiendo esta entrevista en sábado 5 de enero de 2008. Hasta el día de hoy he escrito 359 libros y he publicado 316 (tengo libros escritos y programados en editoriales hasta el 2010). Pero antes de irme de viaje el día 10 acabaré el 360, y entre ahora y abril se editarán varios libros que para mí son esenciales y que, casualmente, por cuestiones de publicar en tantas editoriales, van a aparecer casi de golpe. Lo siento. Yo los escribí de uno en uno, pero se han programado así. Lágrimas de sangre en Alfaguara, El enigma maya (primera parte de la Trilogía Las hijas de las tormentas) en Edebé, Cuatro días de enero en Plaza y Janés, Yo en SM, Los fuegos de la memoria en Algar/Bromera y Una dulce historia de mariposas y libélulas en Siruela. El de Plaza, por ejemplo, lo hice hace 2 años, pero ha esperado turno para ser lanzado ahora antes de Sant Jordi. Sobre tu pregunta... sí, recuerdo cada libro, cada argumento, y más aún: cuándo lo escribí, donde, por qué. Son mis hijos, ¿cómo no recordar cuándo has parido un hijo? Hay gente que asocia una canción a un momento de su vida, yo asocio mis libros, ellos marcan toda mi historia. Y sí, soy una factoría, un bicho raro, vale, ¿y qué? Me ha tocado a mí. No puedo parar de escribir, me gusta. ¿Salen muchos libros y se hacen la competencia unos a otros? Pues vale. Yo paso de mercados, vivo según mi código, mis estímulos, mis impulsos.

Escribes mucho sobre el mundo actual: drogas, top models, guerras… ¿Por qué lo haces? ¿es para tratar de ayudar a las personas que pueden encontrarse en esta situación, para dar a conocer la realidad o simplemente porque son temas que te interesan y afectan y por eso no puedes evitar escribir sobre ellos?

Escribo lo que me pide el cuerpo, no atiendo a modas ni a lo que el público pueda esperar de mí. Soy intuitivo al cien por cien. Hace 20 años, tras dejar el cómodo mundo del rock y de las estrellas, el cuerpo me pidió hacer novelas realistas, duras, sobre lo que veía en mis viajes, y pensé que me iba a morir de hambre, que nadie, y menos los jóvenes, querrían leer la realidad, y menos si era desagradable. Para mi sorpresa fue lo que más se vendió y me convertí en un referente del realismo social. Tengo que ser fiel a mi mismo. Nunca he hecho caso de modas, tendencias, best sellers. No. Yo soy yo, Jordi Sierra i Fabra. Punto. No hay más. Si mis libros además ayudan a que la gente piense, mejor. Si le salvan la vida a alguien, mejor. Yo estoy vivo, mis libros están vivos. Es lógico que los jóvenes, que buscan referentes, espejos, beban de ellos. Me parece bien. Pero yo no escribo para hacer feliz a nadie salvo a mí mismo. Si yo soy feliz, es posible que ellos lo sean al leerme. Esa es mi manera de ser honesto. Otra cosa es mi vena social, que sea socio de Greenpeace, de Amnistía Internacional, de Médicos sin Fronteras, que tenga dos Fundaciones de ayuda a jóvenes... Eso sí es porque la realidad me afecta. Pero hay que separar a Jordi escritor del Jordi ser humano.

 

¿Has escrito algún libro “por encargo”?

No. Soy libre, feliz, hago y escribo lo que quiero, cuando quiero y donde quiero. Viajo, tengo mis propias ideas. Lo que pasa es que es bueno sentarte con un editor a comer e intercambiar ideas, ver qué les interesa y qué propones tú. De esas comidas salen muy buenos resultados. A veces lo que están buscando ya lo tienes en la cabeza tú, o viceversa. Si un editor me pide que le cree un personaje, no me encarga nada, soy yo el que lo crea si me apetece, pero sé que le interesa y eso también excita mi mente.

¿Tienes un horario fijo para escribir cada día?

Si viajo, siempre me atengo a los horarios locales. Si navego por el Amazonas despierto con el sol y me acuesto al anochecer, si estoy en el Tibet tocan el gong en el monasterio a las 4 de la mañana... Son ejemplos. Pero cuando escribo, sí, horario a rajatabla, incluidos sábados y domingos (aunque los domingos puedo ser más flexible). Un libro hay que escribirlo de un tirón, sin parar un día. En Barcelona me levanto a las 10 y me pongo a escribir a las 11. A las tres paro para comer y ver el informativo, luego leo la prensa y a las 4,30 otra vez, hasta las 8,30, hora de cenar y al cine, o de ver un par de pelis en mi tele. Siempre necesito una película antes de acostarme, porque la tensión con la que escribo es brutal, pura energía. En Vallirana, en verano, escribo de 11 a 1, de 1 a 3 piscina, luego de 4 a 7 y tras eso paseo por el bosque, cenar y pelis en la tele. O sea que en verano escribo tres horas menos.

Tienes libros publicados en distintas editoriales, ¿eliges una editorial determinada según la novela que vayas a publicar, o mandas el texto a varias?

Nunca he mandado una novela a tres o cuatro editores a la vez. No es ético. Lo mando a una y les doy máximo tres meses para que se decidan. Si es que no, por la razón que sea, la mando a otra. La elección de la editorial está en función de muchas razones, que tenga libros en espera en otra, que de ese tema no tenga nada en esa, que me apetezca, en plan crío, publicar en una colección, que la editora sea amiga mía (que es lo más frecuente), etc.

Has publicado varios libros en América latina. ¿Notas diferencias entre tus lectores de aquí y de allí?

Tengo editores latinoamericanos y he publicado libros en países como Colombia, Ecuador, México o Chile que no están en España. Es un regalo para lugares a los que quiero. Una forma de contribuir en ellos, ¿y qué mejor que darles un hijo tuyo? La diferencia de los lectores es que allí están más ávidos de cultura, son más receptivos, acuden en masa a tus charlas, realmente quieren aprender, crecer, cosa a veces difícil con sus medios. En España, mayoritariamente, parece que estemos a vuelta de todo, hay mucha indiferencia, falta de curiosidad, pasotismo. Muchos jóvenes son viejos mentales porque nada les atrae lo suficiente a nivel cultural, y con eso cavan su propia fosa, están perdidos.

Lo cierto es que nunca has tenido mucha publicidad, aunque algunos de tus libros podían haber estado perfectamente en grandes carteles o editados en tapa dura. ¿Lo echas en falta? ¿Te gustaría publicar algún libro que destacase sobre los demás?

No. Quiero que mis obras se editen, nada más. Quererlas en plan lujoso no es más que una vanidad, o a lo peor porque así son más caras y cobras más derechos de autor. Yo pienso lo contrario: cuanto más baratas sean, a más gente llegarán. Me importa el público en ese sentido. No noy ningún fantasma, ni quiero destacar por el exterior de un libro, sino que se me valore por el interior, lo que digo. Se dice que soy el tipo que más vende siendo de los que tienen menos imagen. Pues vale. Pero no voy a tertulias a perder el tiempo ni me vendo como producto, porque no es mi estilo. Odiaría hacerme famoso porque la Coca-Cola regalara cositas de merchandising de un libro mío. Eso no tiene nada que ver con escribir, que es mi vida, mi pasión, mi razón de ser. Por ejemplo, con La página escrita pedí a SM que fuera lo más barato posible, aunque yo cobrara menos, porque realmente quería que llegara a jóvenes que quieran escribir. Y es un tocho que vale apenas 10 euros, casi la mitad de lo normal.

 

Has escrito libros de muchos géneros y enfocados a distintos públicos, pero todos tienen el mismo estilo de frases cortas y lenguaje coloquial. ¿Crees que la crítica te infravalora por este estilo? ¿Nunca has intentado experimentar, cambiarlo, aunque solo sea por diversión?

No se puede cambiar tu estilo. La técnica, sí, aprendes siempre. Pero el estilo es tu huella digital en la literatura. Cuando alguien lee un libro mío sin mirar el nombre del autor y dice “es un Sierra i Fabra” es porque me reconoce. Mucha gente me imita, se presentan a premios, y a veces el jurado cree que soy yo. Entonces pueden pasar dos cosas: que alguien me tenga manía y no lo vote, o que alguien crea que es bueno y lo vote. Hay muchas anécdotas (secretas) en este sentido. Claro que a veces experimento, una vez hice un libro sin diálogos, que es mi fuerte, y hasta gané un premio con él. Pero lo mío es lo que hago. Es como si a Picasso se le pidiera que pintara bodegones figurativos, por Dios. Lo de si la crítica infravalora esto... ni idea. A mí la crítica me ha respetado mucho siempre, supongo que porque encima de todo deben valorar la honestidad. Yo no engaño a nadie ni pretendo nada que no sea escribir. Otra cosa es que haya gente que odie mi estilo o a mí mismo, por ser tan excesivo.

Tienes mucha relación con tus fans: charlas, encuentros, cartas, una página web estupenda… ¿podrías contarnos alguna anécdota, algún momento que haya sido especial para ti?

Cada día es especial. Mi casa está siempre abierta a todo el mundo, cualquier chico o chica, de la edad que sea, que quiera verme, puede hacerlo si estoy en Barcelona. De joven me dije que nunca cerraría la puerta a nadie, porque sé lo que es estar solo a los 15 años, con un sueño, y que nadie crea en ti. De ahí las Fundaciones también. Llevo un cuarto de siglo hablando con mis lectores. Por ejemplo, Rabia surgió de esos contactos, y también Yo, una novela de provocador humor e ironía que editará SM este 2008. Cada momento es mágico porque para cada chico o chica la primera vez que está conmigo suele resultarles emocionante. ¡Y eso que soy un tío de lo más normal!

¿Cuáles son tus libros y autores favoritos?

No se pueden dar nombres porque hay muchos. Pasa igual en música. ¿Sólo los Beatles? No, hombre, también están Led Zeppelin, Bob Dylan, Peter Gabriel... ¿Y en literatura? Me encanta Delibes, pero suelo leer algo de todos los que puedo. Hay que abrir el tarro, no cerrarte a nada. Cuando una fan me dice “he leído todos sus libros” le doy las gracias y luego le respondo animándola “hay más gente, y mejor”.

De joven estabas metido en el mundo de la música. ¿Crees que es importante para un escritor tener alguna ocupación o afición más allá de la literatura?

Mi historia, mi relación con la música, da para un libro. En parte usé el hecho de saber escribir bien y tener mucho olfato para la música, a los 18 años, para meterme en ese mundillo y poder escribir artículos y hacerme famoso. Lo conseguí. Cuando ya hube publicado tratados de rock, biografías y mis primeras novelas, lo dejé, sin importarme perder toda esa fantasía. Quería viajar por “el otro mundo”, no sólo Londres, Nueva York, Hollywood... Y es lo que hago. Desde entonces únicamente escribo. Cada escritor es libre de tener hobbys aparte. Algunos trabajan en algo que les da dinero y escriben. Para mí es el todo. Mis cuatro “vicios” son escribir, la música, el cine y viajar. Ni siquiera fumo ni bebo, y jamás lo he hecho, no es que lo haya dejado. Aborrezco el tabaco, cualquier dependencia foránea. Mi casa es mi envase, y es biodegradable, se estropea. Siempre he cuidado mi mente para escribir con lucidez.

¿Ahora mismo te dedicas a algo más aparte de a escribir?

No. Ni ahora ni desde hace treinta años.

 

Dime un sueño de tu juventud que hayas hecho realidad, otro aún por realizar, y otro ya imposible.

Soy muy afortunado, pero es que siempre he creído en mi lema: “Todo es posible (si tú lo quieres)”. A día de hoy he visto cumplidos todos mis sueños, al menos aquellos a los que yo podía acceder trabajando y luchando. El último, la Fundació Jordi Sierra i Fabra en España y la Fundación Taller de Letras Jordi Sierra i Fabra en Colombia. Llevaba ese deseo dentro desde hace más de 20 años y ya está. Los restantes sueños no dependen de mí. Quería el Nacional y acaban de dármelo, pero dependía de un jurado. Ahora pienso en el Andersen, el Nobel juvenil, pero tampoco depende de mí. Ya fui candidato hace dos años. Es complicado que tu país te escoja habiendo tan buenos autores, y más que un jurado internacional, que siempre barre para los anglosajones, te señale a ti. Ese sería, quizás, mi último sueño. Bueno, y ver las Fundaciones crecer, poder dar becas, pagar estudios a futuros escritores, que los que ganan mi premio lleguen a ser autores reconocidos... Eso sí. Pero de nuevo depende de ellos, no de mí. ¿Un sueño imposible? Viajar al espacio y salir de la nave con una mochilita de esas de astronauta, flotar solo, ver la Tierra desde allí. Me bastarían 5 minutos. Luego creo que ya podría morirme.

Por último, ¿podrías dar un consejo a los jóvenes y futuros escritores que leen nuestra revista?

Nunca doy consejos. No creo en la gente que da consejos. Se ponen pesadísimos y solemnes y se creen muy importantes. ¿Queréis escribir? Leeros La página escrita, es mi regalo, mi testamento, mi todo. Si uno quiere ser abogado estudia y ya está, o médico, o arquitecto, pero escribir... ¿hay una carrera de escritor? No. Por lo tanto depende de cada cual, de su esfuerzo, de lo que crea en sí mismo, de lo que esté dispuesto a ser o de lo que esté dispuesto a renunciar para llegar a la meta. Es un placer, no un trabajo, pero un placer solitario, duro, en el que cada libro abre una puerta al futuro, sin importarlo que hayas hecho en el pasado. Cuando hablo con chicos en escuelas les cuento mi vida, para que lo tomen de referente, nada más. Cada cual llega según sus posibilidades, sus fuerzas, su entrega. TODO es posible.

Una ayudita a la redactora: Si pudieses hacerte la entrevista a ti mismo, ¿qué te preguntarías? ¿Hay algo que te gustaría decir, sobre cualquier tema?

Me lo han preguntado todo. Una vez, en una escuela colombiana en la que me dijeron que corría peligro por si me secuestraban (fui igualmente y te juro que sin miedo, como he ido a muchas partes y me he metido en muchos líos porque el que tiene miedo deja de ser él y se convierte en un instrumento al servicio de los demás) y en la que dos grupos de escolares ese día habían sellado una tregua para no llevar armas, porque querían que fuera a hablarles, un chico me preguntó qué era para mí la felicidad. Nunca me habían preguntado eso, y lo hacía un chico que podía estar muerto al día siguiente. Le dije que la felicidad, para mí, era estar hablando allí con él, los dos, libres, yo visitando su colegio en una zona peligrosa, y él habiendo renunciado a la violencia por un día. Yo era feliz de estar allí. Y me consta que hice un pequeño milagro, que conseguí que hicieran esa tregua y se acercaran a algo desconocido para ellos. Hoy en día, seis años después, puedes pasear por esa zona sin miedo. Tienes que dar tus luces para vencer las sombras de los que no pueden superarlas.