La primera frase de tu libro Zara y el librero de Bagdad es: «Es mentira que los muertos mueran cuando mueren. A veces les alarga la vida el amor.» ¿Crees que se puede hacer un paralelismo con los personajes y los lectores?
Sí. Es una novela que trata de eso, de lo que hacemos con nuestras vidas y nuestros actos en la Tierra, que es por lo que somos recordados. Nadie muere mientras es recordado por otra persona que lo quiso. Permanecemos mientras nos recuerdan, aunque hayamos muerto. Eso ocurre con Max, que permanece y permanecerá en el corazón de Zara para siempre.
La mayoría de tus libros juveniles son de temática bélica, centrados en la Guerra Civil española. También en tus libros adultos tratas estos temas, aunque con guerras internacionales. ¿Qué te atrae en especial de espacio literario para situar a muchos de tus personajes en esas circunstancias?
Odio la guerra y a quienes la hacen. Pero para un novelista es un material excepcional, porque pone a los personajes en situaciones límite. Se dice que en una guerra las personas son capaces de lo mejor y lo peor: oro puro para un narrador de historias al que le gusta poner a sus personajes al borde del límite. Además, hablo de la guerra civil porque pienso que los lectores jóvenes deben conocer la historia del país en el que viven. Es sano, es natural, es necesario.
Con Cielo abajo, la novela premiada en 2005 con el premio Anaya, ganaste también el Premio Nacional de Literatura al año siguiente. Y en el 2008, con Zara y el librero de Bagdad, obtuviste el premio Gran Angular de la editorial SM. ¿Te ha ayudado el apoyo de estos reconocimientos en la literatura juvenil para animarte a seguir escribiendo para este público?
Ya estaba muy animado antes. Lo cierto es que ambos libros (junto a El silencio se mueve considero que forman una trilogía sobre la guerra civil) fueron afortunados al obtener esos premios. Pero lo que más me satisface es que Cielo abajo, el primero de ellos es para muchos un libro que de alguna manera renovó la literatura juvenil de nuestro país, abrió nuevos caminos. Me lo han dicho varias veces, y me llena de orgullo.
A tu novela El silencio se mueve se la ha asociado con el término «novela transmedia». ¿Le podrías explicar a nuestros lectores qué es eso de la «novela transmedia»?
El término no lo inventé yo, que conste. Digamos que es una novela que lleva añadidos otros elementos ajenos a la letra impresa. En el caso de El silencio se mueve hay un cómic completo dentro del libro, dos páginas web asociadas a él, y el ya famoso Blog de Pertierra, donde Javier Olivares ha dado vida real a un personaje de ficción. Pero las posibilidades son enormes, y creo que su utilización irá a más con el tiempo. También me gusta añadir que mi novela se puede leer sin tener un ordenador a mano. Los elementos transmedia añaden a la lectura, pero no son imprescindibles para leer el libro. Esto me pareció importante. No hay que perder de vista que el autor debe controlar la novela al cien por cien.
Y ya que hablamos del panorama actual de la literatura juvenil, y tú eres tanto autor como editor, ¿qué opinas de las nuevas tecnologías que irrumpen en la literatura juvenil? ¿Piensas que los libros electrónicos van a ser populares entre los jóvenes y que las novelas van a ir cada vez más acompañadas de elementos transmedia que las ayuden en la promoción?
Creo que los lectores jóvenes están dispuestos a devorarlo todo, nuevas tecnologías incluidas. Y, por tanto, cada vez habrá más espacio para esas fórmulas en los libros. Pero no debemos olvidar que una buena novela es ante todo una historia potente bien contada. La tecnología puede adornar eso, pero no sustituirlo.
Uno de tus personajes, Joaquín Pertierra, de El silencio se mueve, parece que ha cobrado casi vida real y se va inmiscuyendo en charlas y conferencias, en las cuales cuentas su vida con tanta convicción que casi creemos que es una persona de carne y hueso. ¿Dónde acaba la ficción y empieza la realidad?
¡Me encanta ese juego! Con Javier Olivares, ilustrador del libro y co-inventor de Joaquín Pertierra, hemos desarrollado, y seguimos haciéndolo, una especie de vida paralela real de nuestro personaje. ¡A Javier le han llegado a encargar ilustraciones realizadas por Pertierra, en vez de por Olivares! Muy divertido. Y planeamos hacer un libro sobre él, con todo lo que no se contó en El silencio se mueve.
Además de escritor, has sido editor de un par de libros juveniles: 21 relatos contra el acoso escolar y 21 relatos por la educación. ¿Cómo es la experiencia de pasar de ser escritor a editar un texto?
Hay ciertos temas que es necesario tocar, lo que ocurre es que en vez de dedicarles una novela los abordo de esta otra forma. Pienso que es mejor, más contundente, reunir a una serie de creadores de primera línea para escribir sobre el asunto. De ahí surge. Lo que ocurre es que cuando soy editor de un libro no escribo en él, así que mi grano de arena contra el acoso es mi mirada como editor, en este caso. La edición, de todas formas, es otra forma de creación.
21 relatos por la educación es un libro colectivo de relatos. ¿Cómo surge la idea de juntar a varios escritores e ilustradores bajo un tema común? ¿Cómo fue el proceso de elaboración del libro?
He hecho otros libros colectivos como editor antes y haré más después. Llevo tiempo utilizando esta fórmula para abordar temas que me interesan, esencialmente de índole social y de género fantástico, dos fórmulas distintas pero no contradictorias. El proceso es siempre apasionante. Una vez elegido el tema, hay que confeccionar la lista de autores entre aquellos que mejor pueden aportar algo al asunto. También valoro el hecho de trabajar con autores con los que no he podido trabajar hasta la fecha. Siempre digo que así me siento el productor de cine que siempre quise ser, haciendo «repartos» de escritores en vez de de actores.
21 relatos contra el acoso escolar aborda un tema importante en la educación de los jóvenes en los colegios e institutos, desde perspectivas muy diferentes. Algunos de los relatos son muy sorprendentes y se alejan de lo políticamente correcto que podríamos esperar con el tema del bullying. ¿Te sorprendieron a ti también los escritores? ¿Qué acogida han tenido en los colegios?
En ese libro hay cuentos extraordinarios, y algunos muy sorprendentes por su valentía, incluso para el editor. En cuanto a la acogida, no ha sido un best seller, porque nunca lo son los libros incómodos, pero nunca pretendimos que se subiera a las listas de ventas. Es un libro necesario. Los libros necesarios hay que hacerlos. Y aplaudo a SM por apoyar la idea y llevarla a cabo. No es un best seller, pero ha ayudado y sigue ayudando a gente que sufre el acoso. ¿Qué más puedo pedir?
En Cronotemia y otras historias de viajeros en el tiempo te vuelves a rodear de autores para realizar un libro de relatos en el que trasladáis al lector en el tiempo a través de la literatura. Para ello, os juntasteis un grupo de escritores, entre ellos Care Santos y David Lozano, e imitasteis la reunión literaria que tuvo lugar aquella noche del s. XIX con escritores como la autora de Frankestein. ¿Cómo transcurrió esa velada literaria con «los hijos de Mary Shelley»?
Fue apasionante. Antes hablaba de actores, y este proyecto, de alguna forma, convierte a los escritores en actores, tienen que contar una historia al público. Y debo decir que no sé si quedarme con Care o con David. ¡Ambos son grandes actores, aunque en estilos muy diferentes! El experimento «Hijos de Mary Shelley» sigue vivo y en marcha, cada año sumamos nuevos escritores al proyecto. Y en el segundo volumen habrá un rap del que informaremos a su debido tiempo, je, je.
Si leemos tu página web o tu perfil en Facebook, no tardaremos en averiguar que el cine es una de tus grandes pasiones. Y no sólo como aficionado, pues has sido guionista y has colaborado en varios proyectos. ¿En qué se diferencia escribir una novela de escribir un guión? ¿Qué te atrae de cada uno de ellos?
Un guión es una herramienta que pones en manos de otro, el director de la película, para que termine el trabajo. Una novela es un trabajo culminado en sí mismo. El director y el novelista son responsables últimos. El guionista no. El cine me fascina, pero una novela me atrae más. Prefiero escribir una novela a escribir un guión, aunque a la llamada del cine no hay quien se resista.
Nos gustaría terminar esta entrevista citando una respuesta tuya en una entrevista hace algunos años: «Ser escritor es enamorarse de una historia y convertirla en palabras que logren enamorar a los lectores». ¿Ha cambiado tu concepto de ser escritor en los últimos años? ¿Cambiarías esa definición o añadirías algo más?
No. Para mí, ser escritor es exactamente eso. El día que deje de enamorarme de las historias que invento dejaré de escribir. Pero dudo que ocurra.