♦ Vive con su mujer y su hijo en una antigua casa victoriana en su ciudad natal, San Francisco. ♦ Ha publicado cinco novelas firmadas con su nombre, de las cuales tres han sido traducidas al castellano: las juveniles Todos somos piratas (Siruela, 2016), Y por eso rompimos (Alfaguara, 2013) y la novela para adultos Adverbios (Tusquets, 2008). ♦ Escribe bajo el pseudónimo de Lemony Snicket la saga de Una serie de catastróficas desdichas, que fue traducida al castellano hasta su octavo tomo. ♦ Su primera novela, The basic eight, fue rechazada 37 veces, por lo que comenzó a buscar nuevas ideas, una de las cuales lo llevó a escribir Una serie de catastróficas desdichas. ♦ Toca el acordeón y suele llevárselo a las presentaciones de sus libros. ♦ El pseudónimo Lemony Snicket surgió de una investigación sobre grupos de extrema derecha en la cual no quiso dar su nombre al firmar los emails. ♦ Los protagonistas de dicha saga se apellidan Baudelaire por el famoso poeta francés Charles Baudelaire, que tuvo una vida igual de tormentosa que ellos. ♦ El hijo del autor, Otto Handler, se ha negado a leer ninguno de los libros de Una serie de catastróficas desdichas. ♦ La Galera ha publicado su otra saga escrita bajo el pseudónimo de Lemony Snicket que se titula Preguntas equivocadas. ♦ Neil Patrick Harris, actor que interpreta al malvado Conde Olaf en la serie de Netflix Una serie de catastróficas desdichas, fue elegido personalmente por Handler tras verlo actuar en la ceremonia de los Tony de 2011. |
Usted es un hombre muy polifacético: ha escrito novela middle-grade (Una serie de catastróficas desdichas), juvenil (Y por eso rompimos, Todos somos piratas) y adulta (Adverbios). Por otro lado, no solo se ha atrevido con todas las franjas de edad, sino también con los formatos: libros ilustrado, obra musical, álbumes fotográficos, guion… ¿Qué cree que tienen sus libros para que puedan ser disfrutados por personas de todas las edades y cómo cree que combinar distintas artes puede transformar la experiencia de leer?
No tengo una fórmula para hacer libros que a la gente le gusten. Algunos de mis libros tienen un público pequeño y otros llegan a mucha gente, y me gusta que sea así, porque la literatura es un tapiz infinitamente diverso. Me gusta crear. Cuando se me ocurre una idea, voy tras ella.
En Y por eso rompimos Daniel Handler se transforma en Min, una adolescente de 17 años con el corazón roto. Durante sus más de 300 páginas su voz se funde con la suya, narrando en formato carta de forma lírica el dramatismo adolescente de la primera ruptura, acompañado de unas bellísimas ilustraciones. ¿Qué le aportó a la novela tanto el hecho de ser epistolar como el de ir ilustrada?
Lo primero fueron las ilustraciones. Maira Kalman y yo ya habíamos colaborado en un álbum ilustrado de la forma habitual: yo escribí el texto y después ella lo ilustró. Nos gustó trabajar juntos, así que le pregunté a Maira qué le apetecía dibujar y le dije que luego yo escribiría una historia que tuviera que ver con sus ilustraciones. Quería dibujar objetos corrientes, así que yo empecé a pensar en una historia en la que la memoria convirtiera los recuerdos de una relación en algo mágico, que brilla con luz propia. Esa fue la idea de partida.
Todos somos piratas es una explosión de géneros y cuenta con un narrador singular, una primera persona que se convierte en tercera al sentarse en un váter. ¿Cuál fue el gérmen de dicha historia?
En esa época estaba leyendo viejos libros de piratas, que suelen comenzar con un narrador distante dándole forma a la historia para el lector. Hace que el ambiente de la historia sea más seguro, incluso cuando la propia historia es peligrosa y violenta. Todos somos piratas empieza con una fiesta, así que creemos que las cosas van a salir más o menos bien.
Aunque comienza con humor e ironía, Todos somos piratas, poco a poco, se torna oscuro y crudo. ¿Qué le llevó a introducir escenas tan duras como las de esta novela en un libro dirigido al público joven?
Quería ser fiel a la historia. Ser pirata puede parecer glamuroso y emocionante, pero si te alejas de la civilización, te vuelves incivilizado.
Un narrador epistolar, uno que cambia de primera a tercera persona o un narrador personaje como es Lemony Snicket en Una serie de catastróficas desdichas. ¿Qué aporta cada narrador a cada historia?
Creo que los espacios que crea un narrador del que no te puedes fiar, tanto el que hay entre el lector y el narrador como el del narrador y el libro, son uno de los espacios más apasionantes y particulares que existen.
Participó como editor en una recopilación de las mejores lecturas no obligatorias de 2014 (The Best American Nonrequired Reading 2014), en la que eran los jóvenes quienes elegían sus novedades favoritas. ¿Cuál es su opinión acerca de las lecturas obligatorias? ¿Hubo algo que le sorprendiera en la elección de los adolescentes?
Me sorprendió todo. El otro editor y yo les llevamos todo tipo de textos: ensayos, historias, artículos, entrevistas, cómics, poemas, entradas de diario, y nunca llegamos a saber qué les gustaba. Estoy a favor de las lecturas obligatorias. Me gustaría que alguien me hiciera leer algunos de los clásicos más complicados.
Una serie de catastróficas desdichas acaba de ser estrenada en Netflix con la participación de Neal Patrick Harris como el conde Olaf y, antes de ello, se realizó una película de dicha saga. Usted ha participado en esta serie como productor ejecutivo y este ha sido su último trabajo junto con la novela Todos somos piratas. ¿Podría adelantarnos en qué está trabajando ahora y si veremos más novelas suyas adaptadas a la pequeña o gran pantalla?
Estoy terminando de trabajar en las dos temporadas que quedan de Una serie de catastróficas desdichas, y voy a publicar dos libros ilustrados y otra novela este año, al menos en Estados Unidos. Parece que se avecina uno de los años más atareados de mi vida.
Por último, nos gustaría pedirle que le hiciese llegar a Lemony Snicket nuestras preguntas: ¿Va todo bien? ¿Le gusta trabajar con el señor Handler? Y, sobre todo, ¿cuándo dejará de hacer preguntas equivocadas?
El señor Handler y yo tenemos un acuerdo: trabajar juntos hasta que muramos. «Trabajar juntos» en este contexto se entiende por «hacer las preguntas equivocadas», que es la esencia de la literatura.