Desde que os entrevistamos en 2009 habéis publicado veintidós novelas entre los dos, además de varias novelas gráficas, por eso creemos que esta debe ser nuestra primera pregunta: ¿cómo se mantiene este ritmo de publicación?
Sería imposible si no fuésemos obsesivos escribiendo. En nuestro caso la escritura es una pasión y le dedicamos mucho tiempo. Además, al ser dos, hemos organizado nuestra vida en torno a la escritura, y eso lo hace más fácil.
Queremos aprovechar para reflexionar sobre los cambios que ha vivido la literatura juvenil en estos años. Por un lado, ¿creéis que han evolucionado las temáticas, que hay nuevos contenidos?
Los contenidos vuelven de manera cíclica, pero lo interesante es que se ha abierto el abanico de temáticas que se consideran accesibles para el público juvenil, cada vez hay menos restricciones. Creemos que eso es un síntoma de la madurez de la literatura juvenil, tanto en España como fuera.
Por otro lado, ¿ha cambiado vuestro modo de relacionaros con los lectores?
Creo que en eso también hemos madurado como escritores. Ahora no dedicamos tanto tiempo como hace años a internet y las redes sociales. Era muy gratificante, pero nos quitaba tiempo de escribir. Sí mantenemos bastante actividad en Twitter (@anaalonsojavier), y mucho contacto directo con los lectores a través de charlas, eventos, etc.
En vuestros primeros libros os centrasteis más en la fantasía, pero últimamente habéis dado un paso al realismo con El sueño de Berlín y El libro de los rostros. ¿En qué ha sido diferente el desarrollo de estas historias respecto a otras anteriores?
Los temas de fondo siguen siendo los mismos: por ejemplo la libertad, que es el tema principal de La llave del tiempo, es también el tema de El sueño de Berlín. El compromiso social, que es fundamental en Odio el rosa, tiene la misma importancia en El libro de los rostros. Lo que sí es cierto es que, cuando el enfoque es más realista, incorporas más elementos autobiográficos, y esto a veces es complicado de gestionar desde el punto de vista emocional.
Vemos en Odio el rosa una crítica hacia las grandes marcas y la manipulación, de una forma parecida a como podíamos encontrarla en La llave del tiempo. ¿Fue esta la idea que dio origen a la saga? ¿Por qué os preocupa este tema?
Creemos que la economía hacia la que vamos no es una economía del trabajo, sino del consumo. Los sociólogos alertan de que en el futuro la mano de obra valdrá cada vez menos. Nuestro valor económico se medirá por nuestra influencia en otros consumidores, no por lo que sabemos hacer. Este es el escenario que planteamos en Odio el rosa. Nos preocupa porque muchas de las conquistas sociales que se han conseguido en este último siglo podrían peligrar… Y además es un mundo de escaparates (virtuales), de apariencias, donde el sentido crítico y la creatividad se consideran amenazas para la estabilidad.
Quedan dos libros de esta hexalogía por publicar. Para los más ansiosos, ¿qué podemos esperar de ellos?
En ellos los dos protagonistas, Sara y Dani, van a pasar definitivamente a la acción. Dejarán de ser víctimas para tomar las riendas de sus vidas. Esto desata catástrofes a su alrededor… En esta última entrega vamos a incorporar aportaciones de los lectores y realidad aumentada.
Además, Odio el rosa incorpora algo muy novedoso en vuestra obra, como es el fenómeno transmedia. ¿Qué ha aportado a estos libros el hecho de que la historia no termine en las páginas y qué os ha aportado a vosotros como autores?
Como autores supone una experiencia «extrema». Piensa que estamos contando, en realidad, doce historias entrelazadas entre sí, pero de tal manera que las que están en los libros se puedan leer independientemente de las que están en las webs del proyecto. Las historias transmedia son juegos de realidad alternativa, y los lectores que las han seguido hasta el final nos dicen que terminan más enganchados incluso que a las historias de papel. No es un transmedia «de salir del paso», es un proyecto muy ambicioso, y yo creo que en esto se parece a La llave del tiempo.
En cuanto a la acogida, ha superado nuestras expectativas por la implicación de los lectores que se han sumado al proyecto creando música, contenidos audiovisuales, historias… Y está teniendo repercusión dentro y fuera de nuestras fronteras. Hemos participado en congresos universitarios, hemos sido invitados por el gobierno peruano a explicar el proyecto en la Perú Service Summit 2015, y ahora vamos a ir a explicarlo a Bogotá… Está generando mucho interés.
Como en Odio el rosa, en La reina de cristal también habéis tratado el tema de una élite clasista (mágicamente hablando), pero esta vez ambientada en un mundo mágico y con toques épicos. ¿Cómo fue escribir esta saga?
Fue muy emocionante. Nos encanta la fantasía épica, es quizá el género en el que podemos explorar con mayor libertad los límites de nuestra imaginación, y nos sentimos muy cómodos en él. Nos gusta mucho, además, cómo ha sido editado, ha sido una experiencia muy buena. Y vamos a repetir con Edebé, no digo más…
La llave del tiempo ha sido vuestra saga más larga, también una de las que más personajes ha incorporado hasta el momento, y se ha especulado mucho sobre ello... ¿os planteáis retomar el universo de La llave para contar alguna historia que se quedara entre bastidores?
La llave es una pasión para nosotros, y muchas historias se quedaron pendientes. Tenemos pensadas un par de secuelas, habrá que ver cuándo nos ponemos con ellas. Solo os adelanto una cosa: en una de ellas aparece Martín… en la otra no.
Tenemos que preguntar sobre Agencia Salamandra. Tras cuatro libros publicados y un parón muy largo, aún queda historia por contar. ¿Veremos alguna vez el final de Ariel y Viviana?
Esperamos que sí. El final está pensado y muy avanzado en cuanto a escritura, aunque se nos hayan cruzado otros proyectos.
Recientemente habéis ganado el XII Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil gracias a El sueño de Berlín, una novela que trata el TOC (trastorno obsesivo compulsivo). ¿Cómo fue el proceso de dar voz a Ana, vuestra protagonista?
Ha sido complicado desde el punto de vista emocional, porque son personajes con los que nos identificamos mucho (aunque sean personajes de ficción). Siempre nos implicamos a fondo en nuestras novelas, pero en este caso hubo momentos en los que yo (Ana) estuve a punto de tirar la toalla, porque me afectaba demasiado.
Hace algunos años ganasteis el Premio El Barco de Vapor con El secreto de If, una obra fantástica; sin embargo, el de Anaya es realista. ¿Creéis que es más fácil ganar un concurso literario con una novela realista?
Creemos que no hay una fórmula para ganar un concurso. Lo importante es que el libro llame la atención por su originalidad y por la calidad de su escritura.
¿Tenéis alguna anécdota curiosa sobre otros premios a los que os hayáis presentado que queráis compartir con nosotros?
Yo (Ana) tengo una anécdota relacionada con uno de mis libros de poemas, Colores. Lo presenté simultáneamente a tres premios (algo que no había hecho jamás ni he vuelto a hacer, aunque las bases lo permitían). El caso es que el libro fue premiado en los tres, y esto generó muchísimos problemas y malentendidos. En uno de ellos me comunicaron el fallo en directo en una rueda de prensa… y tuve que rechazarlo allí mismo, porque ya había aceptado otro anterior.
Aparte de Odio el rosa, ¿qué otros proyectos tenéis en el horizonte?
Tenemos un proyecto de fantasía épica para adultos ya muy avanzado que se publicará en Suma (Random House) a partir de este verano. Es una tetralogía. Y una trilogía de fantasía urbana con Edebé que ya está también en proceso de edición, aunque no se publicará hasta las navidades de 2016… Así que no paramos.