¡Cuidado! La reseña contiene detalles de todos los libros anteriores de Las crónicas lunares.

El zapato está perdido. La caperuza está manchada de sangre. La larga melena ya no existe. Y la manzana está a punto de ser envenenada. Las Crónicas lunares llegan a su fin.

Cinder ha decidido tomar las riendas de su destino y planear una revolución que destronará a la reina Levana. Pero su boda con Kai parece inminente y la cíborg duda si su plan surtirá efecto.

Scarlet está encerrada entre extrañas bestias. No sabe nada de Lobo. Ni de ningún otro de sus amigos. Solo puede esperar, y Scarlet odia esperar.

Cress sigue soñando con la soledad del satélite y el amor que parece que jamás tendrá. Thorne ha recuperado la vista, pero sus ojos siguen sin posarse en ella.

Y Winter... ve sangre en las paredes del palacio real. La princesa de Luna siente cómo se le congelan las extremidades con cada ejecución que su madrastra le obliga a presenciar. Y cuando el taumaturgo mayor de Levana le pide matrimonio, Winter solo desea ser realmente de escarcha. Las visiones que le provoca no usar su don lunar (para manipular la realidad) son cada vez más fuertes, y el delirio y la realidad comienzan a confundirse.

Solo Jacin, su guardia personal, parece comprenderla y amarla de verdad, a pesar de sus visiones y su extraña personalidad.

Por eso, cuando Levana decide quitarse a Winter de en medio, Jacin tendrá que recurrir a Cinder y sus compinches para salvar a la princesa. Así comenzará el final del reinado de Levana. O al menos eso es lo que nuestros protagonistas desearían. Porque la reina lunar no se lo va a poner nada fácil.

«Por fin», pensamos los lectores cuando Hidra anunció la publicación de Winter, el último tomo de una saga que comenzó con Cinder hace ya una década. Y Meyer no decepciona: la conclusión es potente, romántica y está llena de acción. Acción que a veces puede llegar a resultar algo caótica y que no deja espacio para la interacción entre personajes que tanto nos gustó en libros anteriores. Winter está mucho más cerca de las películas de Star Wars, y las múltiples batallas, traiciones, rescates y secuestros se suceden sin dejar que el lector respire.

A pesar de ello, hay momentos de ternura: pequeñas islas hermosas a las que nos hubiese gustado que la autora dedicara más espacio. La aventura espacial es divertida y trepidante, pero también algo repetitiva y convencional. Meyer siempre ha ganado en los momentos de pausa donde una conversación cotidiana puede cambiar el rumbo de la trama. Son esos momentos los que hacen de Winter un final a la altura de las expectativas. Y un final donde descubriremos si los personajes serán felices para siempre... o no tanto.