En una sinagoga en un pequeño pueblo de la Zona de Asentamiento hay un ángel y un demonio. Son compañeros de estudio, y llevan cientos de años leyendo el Talmud. A primera vista parecen humanos, pero si les miras por el rabillo del ojo verás que el ángel tiene ojos y patas de cabra, mientras que el demonio tiene patas de pájaro y una expresión tan inocente que resulta sospechosa.
El ángel no tiene nombre, o, mejor dicho, tiene muchos: uno para cada estado de ánimo. Tampoco tiene género, aunque ha adoptado el cuerpo de un hombre joven para mezclarse con los humanos. El demonio se llama Ashmedai, pero sus conocidos le llaman Little Ash, ya que, en su mundo, ocupa el escalafón más bajo (lo cual no evita que tenga una tendencia irremediable hacia las travesuras y el caos).
Un día, cuando levantan la cabeza de las escrituras, Little Ash comenta a su camarada que su pequeño shtetl («pueblo» en hebreo) está cambiando. Muchos judíos están emigrando a América, la Tierra Dorada, donde se dice que pueden vivir en paz, libres de los pogromos que amenazan a la comunidad judía en Europa del Este. Sediento de aventuras, Little Ash convence al ángel para partir rumbo a Estados Unidos bajo el pretexto de que una chica de su pueblo, Essie, lleva tiempo sin responder a las cartas de su preocupado padre. Así que los dos amigos se embarcan en un viaje que les llevará primero a Polonia, luego a Alemania y finalmente a Nueva York, pasando por el centro de inmigración de Ellis Island.
En este camino lleno de baches y peripecias, el crédulo ángel (que más tarde adquiere el nombre de Uriel) y el travieso Little Ash se enfrentan a dybbuks (espíritus con asuntos pendientes), peligrosos demonios y aún más peligrosos humanos mientras atraviesan medio mundo realizando actos de mitzvá (buenas acciones). Además, en el barco se unirá al equipo Rose, una chica procedente de un pueblo cercano al suyo, ambiciosa y con muy buen ojo para los números, a quien su mejor amiga le acaba de romper el corazón.
En su primera novela, Sacha Lamb combina el inglés con palabras en yiddish y hebreo para introducirnos en el folclore judío. Asimismo, fusiona ficción histórica ―la historia transcurre entre finales del siglo XIX y principios del XX― con realismo mágico. Se trata de una muy buena primera aproximación a la cultura judía para aquellos fuera de la comunidad; no solo aprendemos sobre su mitología, sino también sobre su historia, y nos anima a indagar más sobre la inmigración judía o, simplemente, sus tradiciones.
La trama no es el punto fuerte de la novela, pero tampoco es su aspecto más relevante. Hay muchos otros ingredientes que hacen que esta historia sea original, como por ejemplo la representación de la identidad queer, tanto en Uriel (una criatura mitológica no binaria), como en Rose. Además, el trío de protagonistas nos roba el corazón: tres adolescentes (aunque dos sean inmortales) con ganas de descubrir un nuevo mundo y ayudar a los demás que se ganarán nuestro cariño desde el primer momento.