Thomas Hammond no sabía que se podía llegar tan lejos subido a una tabla de poliespan. Nada más y nada menos que al interior de la montaña Leepike sobre la que está construida su casa. Y es que el chico de once años tiene su hogar en lo alto de las montañas, casi excavada en la roca. La idea de escaparse navegando por el riachuelo de la montaña era sólo para hacer enfadar a su madre y que no respondiera afirmativamente a la propuesta de matrimonio de su profesor. Pero el arroyo le sumergirá en la montaña, en lo más profundo de las grutas cavernosas, y le hará vivir una gran aventura.

En el vientre de la montaña Thomas encontrará, en un lago interior, un cadáver con una linterna y herramientas útiles en la mochila que le ayudarán a avanzar y adentrarse por las grutas. Lo que no se espera encontrar allí, desde luego, es a Reg, un naúfrago que lleva atrapado en la montaña tres años, viviendo a base de cangrejos cocidos. Reg le contará cómo llegó allí y quizás le desvele algún secreto más relacionado con la muerte del padre del joven. Juntos intentarán salir de la montaña, atravesando un laberinto de cavernas, pasadizos y corrientes subterráneas. Y quien sabe si no se toparán con el tesoro que la leyenda dice que protege la montaña.

Con una redacción ágil y unas descripciones detalladas de las cuevas, lagos subterráneos y grutas, N. D Wilson nos lleva de la mano a explotar las cavernas del interior del monte Leepike, del cual Thomas y Reg intentan salir por todos sus medios. Las dos tramas de la historia, una dentro de la montaña y otra fuera, en la que la madre de Thomas pretende encontrar a su hijo a la vez que descubrir la verdad sobre esos buscadores de tesoros que han llegado a su finca, se van alternando en la novela logrando una historia que atrapa al lector desde las primeras páginas. El tono desenfadado del narrador en tercera persona y la vivacidad del personaje de Reg harán que el lector disfrute intensamente de esta novela.

Si te gustan las novelas de aventuras y descubrimientos, colócate el casco con la linterna, coge pilas de repuesto y ¡adéntrate en El vientre de la montaña!