Ercole tiene quince años y Luca, seis. Los dos están en el aparcamiento de un centro comercial, huyendo de la policía. Cuando se ven rodeados, Ercole coge a Luca y una escopeta, y se esconden en un almacén.
Para conocer la historia de Ercole y Luca tenemos que remontarnos unos cuantos meses atrás, cuando Ercole ni siquiera sabía de la existencia del pequeño. Vivía en Turín con su hermana mayor, Asia, y entre los dos se las arreglaban para llevar la casa. Incluso lograban sacar a su padre de algún lío, no fuera a ser que algún vecino de buen corazón se diese cuenta del desastre que era su vida y llamase a los servicios sociales.
O quizá deberíamos viajar aún más atrás, a la época en la que Ercole tenía la edad de Luca, cuando su abuela murió, su madre desapareció de un día para otro y todo se vino abajo.
A través de continuos saltos temporales, Fabio Geda nos cuenta la historia de Ercole y su familia, cuya vida está llena de mala suerte y malas decisiones, o puede que de malos padres y mala educación. En sus circunstancias, es comprensible que Ercole idolatre a la gente que le ayuda, como Asia, y demonice a quienes le han tratado mal, como su madre. Su camino a la madurez comenzará cuando se dé cuenta de que su punto de vista está sesgado; de hecho, ni siquiera conoce la perspectiva de su hermana y su padre, que le han ocultado cierta información para protegerlo.
Al empezar la novela in extrema res, el autor consigue interesarnos y también juega con nuestros prejuicios. ¿Cuánta culpa tiene Ercole? ¿Cómo ha conseguido esa escopeta? ¿Tiene intención de utilizarla?
Parece que la pobreza solo afecta a los protagonistas de las distopías o a los habitantes del tercer mundo, pero en las ciudades de occidente también hay familias que viven situaciones precarias como la de Ercole. Fabio Geda nos invita a dedicarles nuestra atención, a conocerlos y a comprender lo fácil que es dar un paso en falso cuando no tienes una familia que te respalde.