Todo vikingo debe ser feroz para enfrentarse a sus enemigos, audaz para emprender peligrosas expediciones y lo suficientemente vanidoso como para alardear sin medida de ambas cualidades.
El pequeño Vicky no posee ninguno de estos rasgos. Ni quiere. Prefiere confiar en su templanza para evitar los conflictos y tirar de astucia cuando no tiene más opción que resolverlos. Si a causa de sus rarezas ya destaca sobre los demás, que sea el hijo del gran jefe Halvar complica aún más las cosas.
Por suerte, Vicky siempre tiene una idea brillante para cualquier situación. ¿Los demás creen que no es un buen vikingo? Pues en su primera expedición por los mares del norte les demostrará que la mente supera a cualquier músculo.
¡En efecto! La famosa serie de animación homónima, protagonizada por ese niño que se rascaba la nariz al tener una idea, nació de un libro. De varios, en realidad: es una saga escrita por el sueco Runer Jonsson que, como su famoso personaje, también fue un genio precoz.
Su formación periodística se evidencia en la sutileza con la que introduce la crítica social en la historia, sirviéndose del humor satírico. Aunque sitúa los episodios en la era vikinga, no duda en crear paralelismos con la época contemporánea, de modo que humaniza unos hechos casi míticos. Por supuesto, el claro favoritismo por Vicky señala su versión predilecta de la realidad: pacifista, intelectual y generosa.
Así se muestra en la trama, que se reparte en seis episodios de estructura similar: la tozudez de los adultos conduce a un problema catastrófico que solo el ingenio de Vicky puede salvar. Ese espíritu de superación que encandilaba en la adaptación impregna la obra, que, junto con las ilustraciones originales de Ewert Karlsson, trasladará a los más nostálgicos a su infancia.
Sin embargo, la magia de Vicky reside en su carácter atemporal. Gracias a la estupenda traducción de Elda García Posadas, seguro que una nueva generación soñará con la aldea de Flake.