Joaquín (Quin para los amigos) tiene doce años y una gran imaginación. No para de hablar, y casi siempre está contando historias que, según él, son reales. Sin embargo, también esconde un secreto: tiene miedo a casi todo, pero sobre todo a los perros. Desde que uno le atacó, los odia e intenta evitarlos, aunque todos se han dado cuenta menos él.
Lo que en un principio iba a ser un verano como otro cualquiera, de pronto cambia con la llegada de Luna. Desde un principio Quin tiene una relación estrecha con la chica que habla del cambio climático, pero la unión es más fuerte con Greco, su perro especial, que hará que Quin olvide su fobia.
Todo va bien hasta que, una noche, el bosque del pueblo arde. El grupo de Quin ya no es el mismo después de ver su mundo en llamas y quiere hacer algo para cambiar lo irreparable. Su primer impulso es buscar al culpable, hasta que descubren que ellos mismos también son causa del incendio. Inmediatamente deciden protestar para cambiar su futuro y, sin saberlo, se adentrarán en una lucha por el clima que destapará secretos del pasado.
El verano del incendio es un libro que pretende concienciar al lector sobre los cambios que provocamos en el planeta y anima a tomar medidas para frenarlos. Así, nuestra generación podrá legar a otras futuras un lugar mejor que no arda entre las llamas. A pesar de tener una trama sencilla y unas conexiones entre personajes que llegan a ser bastante predecibles, Rosa Huertas consigue dar un mensaje dirigido a los más jóvenes a partir de un hecho tan común como un incendio en verano. Además, el humor en algunos fragmentos hace que la lectura sea mucho más fácil en contraste con aquellos pasajes repletos de información.
En definitiva, El verano del incendio es una obra que, pese a su sencillez tanto en la trama como la prosa, consigue crear un espíritu de cambio en todo aquel que la lea y da esperanzas incluso en los momentos donde todo lo que conocemos se viene abajo.