Eva viaja desde su Galicia natal hasta Madrid para estudiar Comunicación Social. Allí vivirá con Porto, un anciano pegado constantemente a su televisor y a lo que él considera lo más importante: el audímetro que mide la audiencia televisiva. Eva descubre al poco de llegar que Porto no sólo es un viejo con mala leche, sino que también está chiflado: el anciano jura y perjura que Morterone, dueño de una cadena de televisión, quiere adueñarse de su audímetro para poder controlar la audiencia y que los programas que él produce sean más conocidos.
Simplificando, La venganza de las cajas reúne a un anciano cascarrabias que parece necesitar un amigo aparte de su audímetro y que asegura que quieren matarle; una protagonista que sin comerlo ni beberlo se ve envuelta en una trama que va desde los más bajos fondos hasta la exquisitez de las altas esferas, y un «ayudante» que hará de contrapunto gracioso en el grupo. Todo ello, unido a un villano estereotípico, hace que nos encontremos ante una novela que, aunque no aporta nada nuevo, nos hará disfrutar de un rato divertido.
Con un primer vistazo a la trama quizá hayáis pensando en cierto directivo italiano de una famosa televisión española, conocida por la «calidad» de sus programas. Tal vez estemos ante un guiño al trabajo que el autor realizaba en «Sé lo que hicisteis la última semana», programa de la Sexta donde sacaban los colores a los programas del corazón. Y tal como aquel programa nos divertía con los sketches de los presentadores, La venganza de las cajas es un libro que nos hará pasar una buena tarde riendo con las salidas de tono de Porto o los intentos de Alfonso de ligarse a Eva.
Con esta novela Víctor Almazán ha ganado el premio Jaén de Narrativa Juvenil 2011, premio que se suma a los galardones que llevaba acumulados a lo largo de toda su trayectoria como guionista. La venganza de las cajas es la primera incursión del autor en el mundo de la literatura, y esperamos que se anime a seguir escribiendo para el público juvenil (y para el no tan juvenil).