La venganza de Ariadna es la historia de Martina, una joven bailarina que tras ser violada por su novio huye de su fiesta de cumpleaños para no volver atrás. También es la historia de Astrid, una escritora que busca paz y retiro en la casa de su pueblo, pero en su lugar encuentra a una chica fugitiva en su puerta. Y, por supuesto, esta es la historia de Ariadna. Ella no es protagonista ni tiene voz, al fin y al cabo solo es un personaje mitológico que nunca existió. Sin embargo, su legado sigue vivo en el interior de todas las mujeres como Martina y Astrid... y necesita venganza.
Sus dos historias se entrelazan y confluyen en el pueblo de Sabinia, el lugar donde convivirán y aprenderán a conocerse, ayudarse y superar sus propios demonios. La autora nos lo cuenta de modo no lineal; salta entre el presente y la crónica de lo ocurrido en la fiesta donde todo comenzó. Breves poesías impresas sobre fondo negro terminan de tejer lo que desde un principio se percibe como una historia increíblemente personal. Tanto es así que el lector puede llegar a sentirse como un intruso, aunque cuesta imaginar que sea de otra manera.
En el fondo, La venganza de Ariadna es una historia feminista llena de simbología: toda una declaración contra la violencia y una oda a la literatura escrita por mujeres. Alba se adentra en lo más oscuro de las mentes de sus personajes, pero en última instancia nos ofrece siempre un mensaje de esperanza. No es la primera vez que hace algo así. En La chica del león negro y La flor de fuego (ambas novelas excepcionales) ya ponía el punto de mira en la psicología de sus protagonistas y en sus deseos pacifistas. Son temas recurrentes en la obra de la autora, que ahora cobran una nueva forma más poética y personal pero igual de relevante.
Puede que Astrid y Martina se sientan atrapadas en un laberinto sin salida, pero para ti descubrir su historia de la mano de Alba será un recorrido muy gratificante. Aunque, es cierto, es posible que sus palabras nunca te dejen escapar del todo.