El campamento Utopía, localizado en un paraje idílico de Menorca, abre sus puertas a los jóvenes por primera vez. Lía y otros cinco quinceañeros serán los conejillos de Indias de este nuevo programa destinado a tratar la adicción a las nuevas tecnologías. Una semana aislada, sin cobertura ni conexión a Internet, sin amigos... y con su peor enemiga, Beatriz, como compañera de habitación: la definición de «planazo».
Si Lía pensaba que la situación no podía empeorar, se equivocaba. La monitora desaparece, dobles de los filósofos más reconocidos comienzan a darles lecciones magistrales y, como remate, empiezan a aparecer pájaros muertos en los alrededores. Beatriz acusa a Lía ante todos de ser la responsable. Pero lo peor de todo es que nuestra protagonista desconoce que su estancia en Utopía aún se va a complicar más...
Ana Alonso se maneja en el universo adolescente como pez en el agua. A través de la voz de Lía, que nos narra su visión del campamento, introduce al lector en una burbuja complementaria a su realidad, como una pausa para la reflexión sobre el día a día. El abuso de las redes sociales y la tecnología afecta cada vez más a esta generación, de modos casi inevitables y muy sutiles. Lía, Beatriz, Nelson y los demás sirven como ejemplo de la ceguera colectiva ante esta realidad.
El triunfo de la autora consiste en acercarse al problema desde la alternativa: la naturaleza, la amistad, la cooperación o la reflexión intelectual se presentan como un placer por descubrir para los protagonistas. La brevedad de la obra no impide que degustemos los oasis de tranquilidad que el programa brinda a los campistas, incluso con el misterio tétrico de los pájaros asesinados de fondo.
Mención aparte merecen las apariciones estelares de Platón, Descartes y compañía. Preferimos guardar los nombres más jugosos para que los descubras tú mismo: ¿quién será la filósofa que pone el colofón? Si te corroe la intriga, al final de la novela encontrarás un sumario que resume su pensamiento e ideas principales. A nosotros nos ha entrado el gusanillo de leer sus obras, si es posible, al aire libre.