La noche en la que Vega vio en el firmamento a las estrellas gemelas, su madre dejó de luchar contra la tisis para que ella pudiera salvarse, salvarlos a todos.

Vega nunca ha salido del valle en el que vivía, pero ahora debe emprender un largo viaje. Su madre la ha criado para que supiera distinguir todas las estrellas del firmamento, las grabó con tinta en su cuerpo y le contó la historia de la primera astrónoma. Ahora Vega, la última astrónoma, debe encontrar al Arquitecto, quien le mostrará el camino hasta el mar, hasta la salvación. Pero el mundo fuera del valle está enfermo. La misma enfermedad que se llevó a su madre asola pueblos enteros sin remedio, y aquellos que creen en una cura están dispuestos a cualquier cosa para conseguirla.

El viaje que nos presenta Shea Ernshaw no es fácil ni seguro. Las leyendas sobre la última astrónoma y la cura de la enfermedad acechan a Vega desde que abandona su hogar, y las persecuciones y huidas dotan a la obra de una tensión constante que nos acompañará hasta la última página. Si bien es cierto que la trama es un poco predecible en algunas ocasiones, la narración desde el punto de vista de la protagonista guarda el secreto más importante para el final, lo que consigue que queramos llegar a él cuanto antes.

El destino de la última astrónoma está escrito en las estrellas, y para llegar a él no solo necesitará esconderse de aquellos que quieren impedir que cumpla con su cometido, sino que tendrá que aprender a confiar en aquellos que la rescatan y que deciden quedarse con ella cuando más lo necesita. Pero las constelaciones también hablan de dolor, de renuncia y pérdida, y del peso de la salvación sobre los hombros de una adolescente que acaba de conocer lo mejor de las personas, pero también lo peor que se esconde dentro de ellas.