«Las almas más oscuras no son aquellas que viven en el infierno, sino aquellas que se liberan de él y deciden caminar entre nosotros».
El mundo de Rai se oscurece cada vez más: ha roto con su novia Astrid a pesar de seguir queriéndola, pues no podía soportar más la relación tóxica que mantenían. Sus padres, divorciados, han unido fuerzas en un viaje de duración ilimitada y lo han dejado completamente solo, prueba de su desinterés por él.
Cuando no dejas de caer, deseas tocar fondo. Aunque sea para detener ese descenso frenético a los infiernos. El fondo de un pozo, una secta nocturna a la que le repele la luz del sol, las catacumbas y una chica suicida esperan a Rai en su momento más bajo. Justo donde no alcanza la luz. ¿Será capaz de salir del abismo? Quién sabe, quizás desee convertirse en un Nocturno más.
Si buscas claridad y alegría, aléjate de la esta novela, poblada por sombras y pesadillas. Barcelona es la ambientación perfecta para este mundo creado por el autor, tenebroso y macabro, quizás incluso en exceso para los estómagos más sensibles. Aunque las localizaciones brillen por su realismo (aunque es más correcto decir que palidecen por el mismo), los acontecimientos tienen cierto aura de misticismo que aumenta la tensión presente en toda la obra. Esto contrasta con el abundante uso de referencias a la cultura popular, como letras de canciones auténticas, grupos de música conocidos, noticias de sucesos sin resolver... Un recurso muy propio del autor, que ya hemos visto en su obra en numerosas ocasiones.
Además, añade reportajes sobre el efecto de la falta de luz en el cuerpo humano, las prácticas más inquietantes en torno a la oscuridad... Todo un compendio científico sobre la vida nocturna. En conjunto, ofrecen una visión oscura de nuestro mundo, que no solemos ver y mantenemos oculta, y que pone la piel de gallina.
No nos extraña: así es la noche.