Sabemos lo que estás pensando, querido lector; que ya viste D’Artacán de pequeño y que con eso y el «¡Uno para todos y todos para uno!» ya conoces todo lo necesario sobre Los tres mosqueteros. Au contraire! Por ejemplo, ¿sabías que el famoso lema en realidad solo aparece una vez en toda la novela? Y es que aunque creas que Los tres mosqueteros no tiene secretos para ti, la verdadera historia está repleta de sorpresas.
Quince monedas, un caballo amarillo y una carta. Sin más posesiones que estas, D’Artagnan parte camino a París un lunes de abril de 1625, con la esperanza de conseguir un puesto entre los mismísimos mosqueteros del rey. Sin embargo, en el trayecto desde su hogar hasta la capital francesa consigue algo más que eso: un enemigo de por vida y tres duelos a muerte.
Así conocemos al joven e intrépido D’Artagnan y a los que terminarán por ser sus fieles compañeros: los mosqueteros Athos, Porthos y Aramis. Y esto es solo el principio. En esta novela, las aventuras no terminan nunca: batallas, venganzas, duelos de espadas, intrigas palaciegas, misiones secretas... y algo de amor, por supuesto. Pero no un amor cualquiera, sino amor del que puede sacudir el destino de las naciones. Literalmente.
Además de la trepidante trama, que no deja un momento de respiro a sus protagonistas (ni al lector, que será incapaz de soltar el libro) otro de los puntos fuertes de Los tres mosqueteros es la caracterización de sus personajes. Villanos astutos y calculadores, héroes valientes y divertidos, aunque ni mucho menos perfectos; cada uno con su historia y su personalidad particulares.
Si lees esta gran aventura y te enamoras de sus personajes y del estilo trepidante y el humor particular con que su autor la escribió, no desesperes. Aunque Los tres mosqueteros puede leerse como una novela autoconclusiva, en realidad se trata del primer tomo de una trilogía, continuada por El regreso de los tres mosqueteros y El Vizconde de Bragelonne, cuyas historias tienen lugar veinte y treinta años después de la relatada en Los tres mosqueteros.
Con esto tienes material más que suficiente para fardar de cultureta con tus amigos durante un tiempo, pero esperamos que, como buen lector de El Templo, sigas nuestro consejo y leas el libro. Porque si no... ¡en guardia!