Una buena novela de ciencia-ficción ha de hablarnos del presente mientras nos habla del futuro. Debe entretenernos, emocionarnos y al mismo tiempo hacernos pensar. Tiene que presentarnos un mundo posible en el que nos veamos reflejados pese a ser muy diferente al nuestro.
Quizá por esta última razón, porque la ciencia-ficción habla de mundos posibles, parece haberse convertido en uno de los nuevos caminos de la literatura para jóvenes después del boom de los magos, los dragones y los vampiros. Ahora las editoriales empiezan a promocionar novelas y series de ci-fi que hace unos años se habrían visto desterradas a las colecciones escolares: desde la nacional La llave del tiempo hasta uno de los últimos lanzamientos de Puck, El rugido, la ciencia-ficción se presenta como una ampliación lógica de la fantasía que sigue siendo la reina de la literatura juvenil actual.
Y en este contexto llega por fin a España la aclamada serie de Scott Westerfeld tras un gran éxito internacional. Los títulos de las entregas de esta tetralogía nos hablan del proceso de cambio en el que se centra la historia: Uglies, Pretties, Specials y Extras. El primer volumen, Uglies (titulado en España Traición) nos cuenta la historia de Tally, una adolescente que vive en un futuro en el cual ya no se discrimina a nadie a causa de su aspecto físico. ¿La razón? Que todos sus habitantes, sin excepción, se ven sometidos a los dieciséis años a una operación estética que los hace “perfectos” (pretties en el original). No importa que una chica tenga sobrepeso, unos ojos pequeños, un pelo vulgar o una nariz ganchuda: la operación la transformará en una criatura increíblemente hermosa. A Tally le queda muy poco para cumplir los dieciséis y abandonar para siempre Feópolis, la ciudad de los imperfectos, para instalarse en Nueva Belleza, donde ya habita Peris, su mejor amigo, tres meses mayor que ella. Pero antes conocerá a Shay, una chica de su edad que tiene unas ideas diferentes y revolucionarias: ella no quiere ser perfecta, quiere seguir siendo exactamente como es. Cuando Shay se fuga para reunirse con un grupo de imperfectos rebeldes que viven lejos de la civilización y se niegan a someterse a la operación, las autoridades plantean a Tally un ultimátum: debe partir en busca de su amiga y actuar como espía para ellos, delatando a los rebeldes. De lo contrario, jamás podrá ser perfecta.
Y éste es el punto de partida de la serie, una novela que nos muestra un aparente “mundo feliz” en el que se ha democratizado la belleza y ya está al alcance de todos. ¿Un avance social o una pérdida de identidad? Esta historia nos muestra qué hay detrás de la obsesión por la estética en una sociedad que ha ido sólo un par de pasos más allá de la nuestra. Y al mismo tiempo es una novela de intriga, con toques de acción y aventura, que se lee de un tirón y que nos habla de la amistad, de la necesidad de aceptarnos como somos, de los conceptos de belleza, fealdad, perfección e imperfección y, sobre todo, de la posibilidad de elegir.
Un gran comienzo para una serie que ya ha dado mucho de que hablar y que sin duda seguirá haciéndolo. La buena noticia es que ya han sido vendidos los derechos cinematográficos. La mala, que el productor es el mismo que perpetró la adaptación de Eragon. Todavía no hay fecha de estreno, pero entretanto aún tienen que llegar a España las siguientes entregas de la serie, que esperamos con impaciencia. Lo peor: que la editorial Montena no se haya atrevido a titular a esta novela Feos, o a mantener al menos el original Uglies. También ha cambiado las denominaciones “uglies” y “pretties” por “imperfectos” y “perfectos”, suavizando el contenido de crítica social de la novela y traicionando a nuestro entender la intención del autor. Sí, es cierto que en esta novela hay traición, y no solamente en el título. Pero también Crepúsculo podría llamarse Amor y no sería lo mismo, ¿a que no?