Los Juegos Olímpicos son todo un fenómeno televisivo que disfrutamos desde el sofá de nuestra casa una vez cada cuatro años, pero, sobre todo, son uno de los mayores retos a los que puede enfrentarse un deportista en su carrera, y también una importante experiencia vital, tanto a nivel personal como profesional.
Por eso, cuando en septiembre de 2013 el Comité Olímpico Internacional otorga la celebración de los Juegos Olímpicos de 2020 a Tokio en vez de a Madrid, Juan, un joven de catorce años, decide también, en ese mismo momento, que él quiere participar en esos juegos. Un complicado reto para el que debe prepararse en apenas siete años. Para ello, sabe que debe contar con la ayuda de profesionales que le guíen en su entrenamiento. Tras una de sus clases de educación física en el instituto, se acerca a hablar con su profesor para comunicarle su decisión: quiere correr la maratón en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Su profesor le presenta a Antonio, que será su entrenador personal en el centro de alto rendimiento deportivo de Sant Cugat, en Barcelona.
Pero no todo el mundo entrena por amor al deporte o por un objetivo personal. En realidad, la mayoría de nosotros hacemos deporte por salud y por mantenernos un poco en forma. En el centro de entrenamiento, Juan conoce a varios deportistas que entrenan para diferentes pruebas, carreras y distancias. También conoce a Ana, una chica que practica atletismo por prescripción médica y con quien estable una relación de amistad y, quizá, algo más.
Tokio en el corazón, del autor Jorge Gamero, es una novela sobre el deporte que pueden disfrutar incluso los más alérgicos a él. Aunque en ocasiones los no aficionados al atletismo se pierdan un poco entre tantas marcas, tiempos, tipos de carreras y nombres de atletas profesionales, al final las sensaciones que se comparten con el protagonista son universales, y no solo propias del mundo de deporte. El esfuerzo en solitario, el miedo al fracaso, el vértigo del éxito o el valor de la amistad son algunos de los aspectos presentes en el libro. La sensación de proponerse una meta personal e intentar cumplirla con trabajo y esfuerzo es un valor que se puede compartir, seas deportista o no, con la lectura de Tokio en el corazón.