Anne Rottenmeier se acaba de mudar a Frankfurt para perseguir su sueño de ser violonchelista, pero se ha chocado de bruces con la hostilidad de verse en una ciudad que no es la suya. En su búsqueda de piso se ha encontrado con: la Loca de los Gatos Número 1 (que ofrecía un cuarto infecto), Budista Rencoroso (descorazonado tras la ruptura con una música) y la Loca de los Gatos Número 2 (que le abrió la puerta en ropa interior y solo ofrecía un sofá cama).

De esta forma, Anne acaba aceptando un trabajo como au pair que no esperaba: cuatrocientos euros a la semana con alojamiento y comida incluidos. Clara, la niña que tiene que cuidar, es hija de un empresario alemán y tiene que permanecer varias horas al día conectada a un aparato de diálisis.

Anne empatiza con ella rápidamente e intenta enseñarle a esta casi adolescente todo lo que considera que debe saber en la vida. En el proceso de ajustarse a las exigencias y la «gran responsabilidad » que supone cuidar a Clara, conseguir que su maestro de violonchelo se digne a enseñarle y conocer a Chicocafé de la manera más casual, continúa su aventura en esta nueva ciudad.

Ana Campoy es la autora de la conocida saga infantil Las aventuras de Alfred y Agatha, y esta es su primera incursión en literatura juvenil. Todo eso que nos une se define como un retelling de Heidi en la actualidad, como un intento de mostrar a una moderna Rottenmeier.

A través de los ojos de su protagonista, el lector se encuentra ante un mundo de señales: positivas, negativas, que te instan a volver a casa, que te piden quedarte. Este personaje es probablemente lo más conseguido de la historia: su cinismo está en cada página del libro, pero lejos de construir un personaje arisco, el resultado es alguien rebelde y divertido, que nos recuerda que las villanas de la historia no lo son tanto.

La novela además cuenta con la pluma de una autora que se desenvuelve con facilidad y que recuerda que para construir una buena historia bastan unos pocos personajes y un buen conflicto entre ellos. Porque el de este libro es muy humano y se puede ver desde muchas perspectivas, pero ante todo consigue desprender un optimismo que deja buen sabor de boca tras su lectura.

Todo eso que nos une es un libro que nos recuerda lo importante de perderse y dedicarse tiempo a uno mismo, porque de las situaciones más catastróficas pueden salir cosas buenas e inesperadas.