«Títeres. Es como si fuéramos títeres en manos de la magia. O quizá títeres de nuestros propios sueños». Esta frase da título a la segunda parte de la saga Marabilia, Títeres de la magia, escrita por Iria G. Parente y Selene M. Pascual.
En esta ocasión tenemos como protagonistas a esos personajes que no suelen destacar mucho en las novelas de fantasía, a no ser que sean los malos de la historia. Llegan, ayudan al héroe y se van. Sí, estoy hablando de hechiceros, o más bien nigromantes. Porque eso es lo que son Hazan y Clarence.
Al primero lo conocimos en Sueños de piedra como un niño tímido y patoso. Esta vez, ya con dieciocho años, Hazan sigue siendo un poco torpe, pero se esfuerza para conseguir ser un buen nigromante. No puede permitirse que lo expulsen, como ya hicieron en la Torre de Hechicería de Sienna. Mientras tanto, Clarence, al que también vimos de refilón en la primera novela, pasa el tiempo rodeado de libros con su amiga Ariadne, y observando de lejos a su querido aprendiz. Sin embargo, unos misteriosos venenos han empezado a expandirse por Marabilia. Esto provocará que ambos personajes tengan que salir de su Torre de Nigromancia para encontrar la forma de erradicar los venenos y detener a sus creadores.
Estas son las premisas con las que arranca Títeres de la magia, una novela llena de mensajes muy actuales y personajes que te harán caer en sus garras y no te soltarán hasta el final del libro. Pese a tener un comienzo más bien lento y muy centrado en los dos protagonistas, según avanzas, la historia cobra fuerza y te arrastra en un ritmo ágil que te guiará al final de la novela en un abrir y cerrar de ojos.
Este libro está plagado de frases inspiradoras y, en ocasiones, tristemente ciertas, que te hacen replantearte algunas cuestiones del mundo actual. ¿Cómo afecta el fracaso a las personas? Ese miedo que tenemos a fallar, ¿es realmente necesario? ¿O simplemente nos han enseñado que eso es lo que debemos sentir cuando algo no sale como nosotros queremos? A veces, las apariencias engañan. A veces, hace falta fe, fracasos y trabajo duro para cambiar las cosas, y eso es algo que aprenderás si acompañas a Clarence y Hazan en esta aventura.