David siempre se sienta solo en la cafetería del instituto. En los 622 días que lleva asistiendo a clase, nadie ha querido compartir su mesa, pero no le importa: se pone música, se aísla del resto y va a su ritmo. Hasta que un día Kit Lowell se sienta a su lado como si fuese lo más normal del mundo. Kit es una de las pocas personas que han sido agradables con él, y es, probablemente, la única que le hace sentir especial en lugar de raro. Porque si algo está claro es que David es diferente.
Kit no puede soportar un día más fingiendo que está bien. Su padre ha muerto en un accidente de tráfico y ahora todo el mundo se siente con derecho a decirle cómo vivir su dolor. No sabe qué es peor, si las miradas de lástima o los supuestos ánimos de sus amigas, que quieren que lo supere ya. Ha pasado justo un mes del accidente y ellas ni siquiera se han dado cuenta.
David tiene autismo de alto funcionamiento, pero Kit, a diferencia del resto, está dispuesta a ver más allá de su torpeza social. Su mundo se ha vuelto del revés y ahora valora virtudes como las que tiene David, que es capaz de llamar a las cosas por su nombre y no necesita llenar cualquier silencio con una conversación superflua.
La teoría imperfecta del amor combina la trama romántica con el drama del accidente y un par de sorpresas que Julie Buxbaum se guarda en el tintero. El resultado es un libro que se aleja del típico romance de instituto y se parece más a las novelas de Rainbow Rowell o John Green.
Toda su fuerza reside en los protagonistas: dos personajes con profundidad, con los que es fácil empatizar y que evolucionan a lo largo de la novela. Narran la historia en primera persona a través de capítulos alternos; una decisión que toma la autora para poder transmitir la complejidad de sus sentimientos.
Julie Buxbaum es una de esas escritoras que dominan el romance y enriquecen sus novelas con algún ingrediente más. Ya nos gustó su novela anterior, Postdata: ¿Quién eres?, y esta ha sido una grata sorpresa.