Penelope Quills quiere ser naturalista marina. Le viene de familia: su padre y su tío regentan el Museo de Curiosidades en Oxford (aunque algunos lo tachan de farsa) y su madre, antes de desaparecer en las aguas del Atlántico, estudiaba la vida marina. Pero nadie la toma en serio: es una jovencita y su único interés debería ser casarse. Si no, acabará como su madre, en lo más profundo del mar.
Y justo desde ese lugar surge una criatura que cambia su suerte para siempre: una sirena viva es capturada por unos pescadores de Cornualles y cedida al Museo para su estudio. Con la piel llena de escamas y los colmillos afilados como cuchillos, el monstruo marino parece sacado de una pesadilla. Hasta que, tras un ataque a un rico científico, sedan a la criatura y bajo las escamas aparece un joven poco mayor que Penelope. Con la única diferencia de la cola de pez, claro.
El tritón es encerrado en un tanque en el sótano de los Quills y es allí donde Penelope se atreve a visitarlo y descubre su nombre: Glauco. Los dos jóvenes comenzarán a compartir información sobre sus especies y entre ambos empezará a crearse un vínculo que los pondrá a prueba.
Victoria Álvarez vuelve a un terreno que conoce de maravilla: la época victoriana. Pero esta vez no lo hace de mano de los Lennox, sino que realiza su primera incursión en la literatura middle-grade con Penelope Quills, una heroína científica al uso en cuyo camino se cruza el tritón capturado. La relación entre ambos se va fraguando lentamente y asienta las bases de una amistad (o algo más) que parece será el eje de la saga.
Aunque hemos echado en falta algo más de acción, que está concentrada en el último tercio, Álvarez ejecuta con pericia esta historia de sirenas guerreras, cazatesoros y experimentos científicos, demostrando una vez más que no hay género o franja de edad que se le escape. Cabe destacar el papel de los secundarios, que auguran un elenco de personajes originales y que tendrán cada vez más peso en la trama.
La sirena perdida es el primer tomo de una serie (ilustrada con ternura por Judit Mallol) que promete ir in crescendo, pues su sorprendente desenlace deja abiertas infinitas opciones para seguir explorando los océanos junto a Penelope