El Juego es complicado. Se supone que solo tienes que conseguir una puntuación alta en las asignaturas, que se reducen a videojuegos didácticos. Sin embargo, todos saben que lo más importante es ser patrocinado por alguna marca. Eso te convierte instantáneamente en alguien popular y sube tu puntuación, un niño mimado del propio Juego. Pero para ello hay que tener algo de carisma, liderazgo o alguna cualidad que llame la atención.

 

Por eso Kid jamás será patrocinada. Ella es consciente de que no tiene ninguna habilidad especial, nada por lo que los patrocinadores se pudiesen interesar. Sin embargo, cuando sea una de las pocas testigos del «suicidio» de un muñeco (pues lo arrojan desde una gran altura) acompañado por un escalofriante mensaje, todo cambiará. El acto, llevado a cabo por un grupo que se autodenomina los Sin Identidad, pasará inadvertido para todos. Para todos, menos para Kid, lo que hará que su vida entera cambie.

 

Con la ayuda de Aria y Mikey, sus dos mejores amigos, Kid empezará a investigar sobre un grupo que parece no existir, pero que pronto se convertirá en el epicentro de su vida.

 

Este libro es completamente adictivo, con una narración sencilla y en primera persona, lo que nos permite conocer el mundo de la protagonista mucho mejor, ya que lo vemos a través de sus ojos. Ella no es un personaje muy brillante y se le escapan cosas que pueden resultar evidentes para el lector, pero aún así cae bien ya que es fácil identificarse con ella, pues es sencilla e inteligente; una chica corriente.

 

El resto de personajes son algo más interesantes, aunque también un poco predecibles. Aun así, la trama de los Sin Identidad te mantiene pegado al libro pese a su desarrollo lento, o quizá debido a este.

 

La historia empieza algo más monótona, ya que sus bases tardan un poco en asentarse, pero en cuanto Kid empieza a investigar sobre el misterioso grupo, Mariz consigue acabar los capítulos con las palabras o frases perfectas para que quieras seguir leyendo.

 

Creo, además, que Sin identidad no se reduce solo a una historia, sino que también hace que reflexiones hasta qué punto estamos controlados por las grandes empresas, si somos sus indicadores de tendencias o incluso si, en ocasiones, nos esforzamos por serlo.

 

En resumen, Sin identidad es un libro para leer sin prisa, para reflexionar mientras descubres qué es lo que trama el grupo que comparte nombre con el título y para disfrutar de cada capítulo.