Una antigua venganza se prepara en Silverville. Hace años, el señor Mallory, copropietario del emporio minero Mallory & Sullivan, fue envenenado y asesinado a manos de cuatro de los hombres más importantes de la ciudad. A partir de aquel día, su único hijo y heredero, John Mallory, desapareció sin dejar rastro. Y el pueblo guardó silencio.
Grace Mallory acaba de llegar a Silverville y ha puesto todo patas arribas. Viene en nombre de su marido, John, para reclamar lo que todos asumían ya como propiedad de los Sullivan: la mitad de la compañía minera. Pero Grace se mueve con pasos que no satisfacen a las señoras de bien de Silverville: su primera acción ha sido relevar a las prostitutas del pueblo de su rutina habitual y ponerlas a trabajar a su servicio en la reconstrucción de la antigua casa familiar.
Ruby Lawrence es la heredera de la otra mitad de la compañía minera, pero por ser mujer nunca podrá dirigirla de cara al público; para eso están su hermano Troy y su marido, aunque ella sea más capaz que ellos. La llegada de Grace descoloca sus esquemas y le hace plantearse su vida en el pueblo tal y como ha sido hasta ahora.
El juego ha comenzado y la sangre va a derramarse con el mínimo roce.
Victoria Álvarez demuestra una vez más con Silverville su maestría en las ambientaciones históricas. Con una facilidad envidiable, construye todos los elementos de un western con un toque algo distinto: el empoderamiento de las mujeres en pleno siglo XIX.
Esta novela cuenta ante todo con dos personajes bien construidos: Grace y Ruby sostienen su historia y la historia de un pueblo. Sobre ellas se construye la trama y se viven las alegrías y desdichas. Pero la novela no sería nada sin unos personajes secundarios muy variopintos: la joven Honey, que divierte por su inocencia y su humor; Madame Gardiner, una matriarca protectora que despierta ternura, o un sheriff desvergonzado que divierte en su patetismo.
A pesar de tener un ritmo lento en algunas ocasiones y de que se eche en falta alguna escena de acción, todos los elementos están bien dispuestos para una buena intriga con el estilo siempre cuidado de la autora.
Victoria Álvarez está devolviéndole a la literatura juvenil española un concepto añorado, propio de los grandes autores: el de la novela de aventuras con ambientación histórica y personajes inolvidables. El gusto de contar historias.