El día de su decimoctavo cumpleaños, Clara llega a casa y se encuentra con todas sus cosas en la puerta. La razón es que su madre está harta de partirse el lomo trabajando para luego encontrarse siempre a Clara perdiendo el tiempo. Ha llegado la hora de que se haga cargo de su futuro. De inmediato llama a su padre y le pregunta si estaría dispuesto a acogerla en su casa. Él acepta con una única condición: que nunca le mienta.
Los primeros días, Clara se encuentra bastante perdida, pero pronto llega a sus oídos la noticia de que la Academia de Historia necesita un copista que se haga cargo de las réplicas de una serie de retratos que se utilizarán en la exposición que conmemora los trescientos años de la dinastía Bondoror. Para ello se convocará un concurso, cuyo ganador se embolsará una cuantiosa suma de dinero, más que suficiente para pagar los estudios de Bellas Artes. Lo que Clara no es capaz aún de imaginar es lo mucho que les va a cambiar la vida a ella y a su amigo Quique uno de esos dichosos reyes: Félix I.
Dos voces distintas integran cada capítulo de El silencio de la rana: una tercera persona que nos informa de todo lo que le ocurre a Clara en el presente y, a continuación, una primera persona, la de Ignacio Feronte, que narra sus propias memorias, escritas hace dos siglos. A estos dos niveles principales y paralelos se sumará la presencia de un lector de dichas memorias.
Miguel Sandín utiliza como fuente de inspiración para las memorias, por un lado, la figura de Felipe V «el Animoso» para dar forma al rey ficticio Félix I, quien se acabará creyendo rana, y, por otro, el «supuesto» hecho histórico del que se sirvió la película Espérame en el cielo de Antonio Mercero y Román Gubern.
El silencio de la rana se convierte, de tal forma, en un divertido experimento ficcional, y es a la vez una novela de intriga, bien escrita, de personajes realistas que maduran a medida que avanza la narración. Una reflexión sobre el destino y sobre cómo el poder influye en él.
Si la magnífica y acertada portada, y lo que aquí te hemos contado, llama tu atención, no lo dudes: salta y sumérgete de lleno en este juego de espejos que es El silencio de la rana.