¡Cuidado! Esta es la reseña de una continuación y contiene spoilers de los volúmenes anteriores.
Han pasado prácticamente dos años desde que Kitty, la hermana pequeña de Lara Jean, decidiese mandar todas las cartas que esta escribió a todos aquellos chicos de los que alguna vez estuvo enamorada con la intención de olvidarse de ellos. Pese a los muchos inconvenientes que aquella acción trajo consigo, hoy por hoy Lara Jean está locamente enamorada de uno de aquellos chicos: Peter Kavinsky. Además, su padre al fin se ha decidido a dar el gran paso junto a Trina, la vecina de al lado. Y, por si eso fuera poco, Margot, la hermana mayor, viene de visita y aprovechará para presentar oficialmente a su novio, Ravi.
Lara Jean es feliz y está preparada para vivir todo lo que conlleva estar en su último año de instituto, como acudir al viaje de fin de curso o ir al baile de graduación (ambas cosas junto a Peter), pero también deberá ayudar con los preparativos de la boda de su padre e incluso intervenir en la proposición. Todo ello sin olvidarse de que debe decidir a qué universidad quiere ir después del verano.
En Para siempre, Lara Jean presenciaremos cómo la vida obliga a nuestra protagonista a replantearse el que hasta entonces creía que era su camino. Lara Jean tendrá que entender que existen diferentes senderos y que la que era su primera opción quizá no fuera la mejor.
La forma en la que esta vez se desarrolla la trama sorprende por su fragmentariedad y por la falta de un hilo conductor concreto, algo que quizá no sea del agrado de todos los lectores. Esto es sin duda lo más novedoso y a la vez chocante del libro, ya que aquellos temas que se exploraban en anteriores novelas vuelven a estar presentes: el funcionamiento de las relaciones familiares y amorosas de los personajes, la importancia de conocer sus orígenes y la necesidad de saber adaptarse a los cambios, entre otros.
Si te gustó el primer libro, no dudes en darle una oportunidad a esta tercera y última entrega. Cuando lo hayas leído, quizá te quedes con ganas de saber más sobre el futuro de estos personajes, pero muy probablemente también experimentes la sensación de haber aprendido a quererlos y de haberlos visto crecer. Ha llegado la hora de dejarlos hacer su vida, pero no sin antes decirles un último adiós.