La vida de Elisse se cuenta en huidas. Con tres años, huyó a la India porque su maestro, un viejo monje budista, eligió de entre todos sus discípulos salvarlo a él. Hasta entonces había residido en el templo en el que su padre lo dejó a los pocos meses de haber nacido. De él, Elisse solo conserva un sobre con remitente de los Estados Unidos de América, y ahora, con dieciocho años, llega a Nueva Orleans —huyendo de nuevo— con la esperanza de al fin reencontrarse con él.
Pero aquello de lo que el joven huye en realidad esta vez es de las espantosas criaturas que lo «visitan» desde pequeño, y que solo él puede ver. Hasta ahora, estos monstruos se han limitado a atemorizarlo. Pero, lejos de dejarlos atrás en la India, harán algo inaudito: atacarlo. Nadie puede protegerlo. Sin embargo, pronto Elisse se topará con un grupo de personas que le cubrirá las espaldas y le dará parte de las respuestas que lleva tiempo buscando. Pero... alguien (o algo) observa y espera paciente en las sombras.
Imagina encontrar en las artes visuales una forma de sanar; dedicarte a ellas durante quince años, hasta que necesitas de otro medio: la literatura. Escribes una novela y, sin demasiadas aspiraciones, la autopublicas. Se la das a leer a un editor estadounidense, que casi de inmediato expresa su deseo de traducirla. Sin una casa editorial que la respalde en tu país, esta gana un premio que la considera la mejor novela de fantasía independiente del 2019. Eso es lo que le pasó a Mariana Palova con El señor del Sabbath, que ahora nos trae Océano Gran Travesía en una edición revisada.
Al igual que el arte de Palova —la portada es suya—, el inicio de la saga La nación de las bestias está repleta de imágenes macabras: su mundo bebe de las leyendas de culturas muy dispares, que en esta primera parte chocan con el folklore de la ciudad de Nueva Orleans. Encuadrada entre el género fantástico y el de terror, a la saga subyace, además, el tema de la salud mental.
La autora mexicana no se salva de cometer fallos típicos de escritor novel, como que el lector solo llegue a conocer bien al personaje principal o que parte de los diálogos suenen algo artificiales. En cambio, consigue atraparnos bajo una capa de piel formada por una interesante mitología unificadora, un romance casi velado, múltiples giros y sobre todo una pasión desbordante por la nación que ha creado.