Entre los canales de Venecia, un matrimonio busca a sus sobrinos desaparecidos; bueno, solo a uno, de hecho: al pequeño, el de la carita de ángel.
Más allá de la plaza de San Marcos, un detective coleccionista de bigotes falsos intenta que sus tortugas no pillen otro resfriado.
Entre las butacas del abandonado cine Stella, Mosca, Avispa, Riccio, Bo y Próspero aguardan el siguiente encargo de su líder, el Señor de los Ladrones. No saben mucho de él, salvo que, aunque no puede tener más de trece años, es uno de los delincuentes más brillantes de Venecia.
Como podrás imaginar, los niños desaparecidos, el detective y el grupo de ladronzuelos compartirán más de un episodio de esta historia, pero todo eso no es sino un añadido que complica aún más la aventura principal de esta novela: el robo del conte. Porque hay un robo, claro, uno cuya recompensa supone más dinero del que los niños del Stella han visto jamás y que esconde un misterio que podría cumplir el mayor sueño del Señor de los Ladrones.
La prosa y las ilustraciones de Cornelia Funke nos mueven por los callejones de una Venecia que tan pronto parece un escenario real como el pasaje de un cuento. Lo mismo sucede con la trama: algunos elementos, como los miedos de Próspero o la amistad que une a los ladronzuelos, nos recuerdan la parte plausible de esta historia; pero, al mismo tiempo, la aventura cada vez más peliaguda y fantasiosa en la que se ven envueltos los protagonistas le da a la novela un toque mágico que la hace única.
Cada vez que los niños están a punto de superar un obstáculo, se abre ante ellos un nuevo telón, un misterio que envolvía al anterior como una muñeca Matrioska. Aunque tardamos un poco en descubrir está dinámica y engancharnos a la historia, ese principio algo lento se puede perdonar: al fin y al cabo, ¡estamos dando un paseo por Venecia de la mano de la banda del mismísimo Señor de los Ladrones! Puedes permitirte pararte en los primeros capítulos, recorrer el cine abandonado, escuchar los cuentos que Avispa cuenta para dormir… Aprovecha esa calma, porque una vez que te sumes a la misión del conte, ya no podrás echarte atrás.