Es posible que el nombre de David McKee no te diga nada, pero seguro que sí conoces a Elmer, el elefante multicolor y su personaje más famoso. Los títulos de la serie han vendido más de cinco millones de ejemplares desde 1989 y se han traducido a veinte idiomas, unas cifras que lo convierten en uno de los autores infantiles más respetados de Reino Unido. Su obra no se limita al elefante, y a nuestro país han llegado otros títulos escritos e ilustrados por él, como Odio a mi osito de peluche, Dos monstruos y Ahora no, Bernardo, todos con su correspondiente combinación de humor e ingenio para los más pequeños.
La editorial Libros del Zorro Rojo edita por primera vez en castellano uno de los primeros álbumes ilustrados de McKee, Seis hombres (1972), una fábula aparentemente infantil que sin embargo habla de algo universal que poco tiene de niños: la guerra.
El título del cuento se comprende con la primera frase del libro: «Érase una vez seis hombres que viajaban por el mundo buscando un lugar donde poder vivir y trabajar en paz». No tendría sentido destripar una fábula porque de ningún modo podríamos captar los matices que borda el autor, ni resumir un cuento que merece la sorpresa en la comodidad de un sillón. Seis hombres puede engañar con su dibujo sencillo y escasas páginas, pero dentro encierra una historia universal narrada con tal maestría que no podemos dejar de recomendar su lectura tanto a niños como a adultos, y por supuesto a los jóvenes. Es imposible que el final deje indiferente, y eso que McKee se basta de un puñado de frases e ilustraciones de línea para llevarnos a su terreno. En estos tiempos en los que el álbum ilustrado goza de tan buena salud, y que lo disfrutan tanto los más pequeños como los mayores, merece la pena quitarse los prejuicios de encima, leer Seis hombres en un descanso de tanta literatura juvenil y confirmar que las mejores narraciones no entienden de rangos de edad, sino que son para todos. «Me gusta pensar que escribo para el adulto que el niño será un día y para el niño que aún está en el adulto», dijo McKee una vez. Nos damos por aludidos.