En Eldin Menor no hay lugar para creer en leyendas. Todos sus habitantes viven una vida despreocupada, son risueños y esperan con impaciencia la fiesta del equinoccio de primavera. Solo hay un mal que los acecha: el valle de las nieblas. Desde pequeños, han aprendido que nunca deben internarse en el bosque, el hogar de la niebla, ya que puede arrastrarte a la oscuridad, de donde nadie ha conseguido salir jamás.

Lobías Rumin nunca se ha sentido especial. Desde que llegó a Eldin Menor de la mano de su abuelo, después de que una tormenta acabara con la vida de sus padres, no ha vuelto a ser feliz. Cuando contó que había visto a un domador de tornados acabar con un huracán e inmediatamente después una tormenta arrasó con la cosecha, todo el pueblo lo excluyó, pensando que sus historias eran señal de malas noticias.

Pero todo cambia la noche en que Lobías conoce a Nu y Lóriga. Estos le piden que los acompañe hasta el primer árbol que existió, a través de la niebla maldita, siguiendo a las abejas Morneas, unos insectos dorados y luminiscentes que cada año realizan su ruta con éxito hasta las tierras que se encuentran más allá las nubes. En ese momento, Lobías Rumin ve la oportunidad de cambiar su vida y escuchar lo que se mueve en su interior.

Con la primera entrega de la trilogía de El país de la niebla, Jorge Galán nos presenta una historia de fantasía en la que los elementos de la naturaleza son los protagonistas. Mezclando leyendas y saltos en el espacio y el tiempo, el autor consigue que nos formemos una idea detallada no solo de los personajes, sino de la historia del lugar y todos los seres fantásticos que la habitan.

Dotada de capítulos cortos y una prosa cuidada pero directa, la obra de Jorge Galán contiene un gran conjunto de frases con doble sentido que sumerge al lector en cuestiones como la búsqueda de su lugar en el mundo o el sentido de la vida. En definitiva, una obra para reflexionar que promete más acción en la segunda parte, de la que todavía no se conoce fecha de publicación.