El pequeño Matías sabe que el rey se muere. Sabe que su padre se muere. Sabe que él es el heredero. Pero no sabe cómo ser rey.
Con esa enorme incertidumbre se enfrenta el pequeño Matías a su nuevo cargo, en el que no solo tendrá que enfrentarse a sus enemigos internacionales, sino también a sus propios ministros.
Así, el joven se topará con que reinar es mucho más difícil de lo que jamás hubiese llegado a imaginar. Medidas con las que él mismo está entusiasmado, como repartir chocolate a todos los niños del país o crearles un parlamento propio, no son aclamadas por todos, y pronto el rey Matías tendrá que aprender a gobernar en la convulsa situación que atraviesa su país sin olvidarse de dar a su pueblo lo que necesita.
Sin embargo, ¿será capaz de aprender todo lo que un rey debe saber antes de que sea demasiado tarde? ¿Conseguirá encontrar el equilibrio entre su autoridad y la de sus ministros? Pero sobre todo… ¿podrá hacerlo sin que le cueste ninguna vida?
Con un estilo sencillo y natural Korczak nos descubre una historia entretenida y de ritmo ligero, adaptándose al lenguaje de su protagonista y a su propia manera de emplearlo.
De forma clara e inteligente, el autor aborda en El rey Matías I una realidad sobre el poder, la diplomacia, la guerra o incluso la corrupción, simplificándola a través de los ojos de un niño y planteando unas situaciones que llaman la atención por los paralelismos que podemos encontrar con la Europa de principios del siglo XX.
A pesar de que se trata de una historia profunda y repleta de simbolismos, los personajes pueden a veces pecar de predecibles. Esto no se aplica a su protagonista, al que inevitablemente se le coge cariño por su inocencia y al que vemos evolucionar de manera asombrosa a lo largo de la narración.
En resumen, Janusz Korczak teje una historia que gustará a todo el que se adentre en ella: brillante para entretener a los niños y magistral para enseñar a los adultos.