Nannerl es una música y compositora precoz, aunque lo segundo no ha de saberlo nadie. Las mujeres no deben componer, su padre lo dice siempre. Y no debe distraerse: en cuanto esté en edad de casarse, su vida musical desaparecerá, las notas no volverán a sonar y sus dedos solo tocarán a sus hijos. Nannerl lo sabe. Por eso se esfuerza tanto en ser la mejor.

Lástima que su hermano sea Wolfgang Amadeus Mozart, un genio desde niño. Y además de genio, un hombre. Él nunca tendrá que renunciar a la música y será recordado durante cientos de años. Quizá para siempre.

Ese es el mayor deseo de Nannerl: que no se la olvide. Que su vida no acabe reducida a una nota a pie de página en la vida de su hermano.

Por eso, cuando Jacinto aparece y le hace una proposición que cumpliría todos sus deseos, la joven no puede resistirse. Jacinto, el príncipe destronado de ese mundo donde los árboles crecen hacia la tierra y la noche es iluminada por más de una luna. Un reino nocturno en el que ambos hermanos pondrán a prueba su relación, sus deseos y hasta su propia vida.

Marie Lu toma la figura de los hermanos Mozart y desde el punto de vista de Nannerl compone una novela de fantasía que tiene un gran punto de partida y un desarrollo irregular.El reino del revés hace referencia a un lugar real que los hermanos Mozart crearon para evadirse durante las largas travesías por Europa, muchas de las cuales aparecen en la obra. Lu hila así lo histórico con lo ficticio, donde despliega su gran imaginación.

Aunque la mezcla funciona, el ritmo decae en el ecuador y la obra acaba por sentirse como una excusa (muy válida) de la autora para reivindicar la figura de Nannerl, pero que se queda a medio gas tanto en lo histórico como en lo fantástico.

La ambientación es, sin duda, su punto fuerte, y la voz narrativa de la protagonista es coherente y compleja. Es la prosa lo que no acaba de funcionar: la narración de Lu es estilísticamente plana, lo cual resulta aún más desconcertante ante la poesía que se palpa en las posibilidades de su ambientación.

El reino del revés rescata a Nannerl y la coloca en el lugar donde siempre debió estar: en el imaginario colectivo como una artista brillante y genuina.