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Punto de inflexión
Neal Shusterman

Nocturna
Reseñas de novedades El Templo#89 (agosto 2022)
Por Pablo G. Freire
1.016 lecturas

Un buen golpe en la cabeza es todo lo que se necesita para transformar por completo la realidad de Ash, literalmente. De un día para otro, y sin explicación alguna, un potente placaje durante uno de sus partidos de fútbol americano es suficiente para saltar entre universos. Al principio nada parece distinto, pero poco a poco, salto a salto, el mundo entero cambia de color.

Las variaciones más insignificantes dan paso a realidades que alteran la propia identidad de Ash, y no es solo que todo cambie de golpe: en estos mundos alternativos, las cosas siempre han sido así. Los recuerdos de su realidad original se funden con los de una vida que jamás ha vivido, y pronto será incapaz de distinguir quién es y cómo detener esta locura antes de que el tejido mismo del espacio-tiempo deje de existir.

A estas alturas de su carrera está claro que Shusterman tiene poco que demostrar. A sus espaldas tiene premios tan prestigiosos como el National Book Award, el Michael L. Printz Award o, salvando las distancias, tres Templis. Y nos atreveríamos a afirmar que esto es, en parte, por la fuerza de sus premisas y por como, desde sus cimientos, plantean preguntas difíciles y ponen al lector frente al espejo. En cierto sentido, Punto de inflexión es la consecuencia inevitable de esta trayectoria: una novela muy high concept que se plantea el estimulante reto de utilizar el multiverso para construir un discurso en torno al privilegio desde el punto de vista del típico adolescente estadounidense que jamás se ha cuestionado su posición en el mundo.

A través de la distorsión de su realidad, Ash comenzará a dudar, y nosotros con él, de todo lo que daba por sentado, y a ponerse, literalmente, en el lugar de otras personas, que a la vez no son más que distintas versiones de sí mismo. Y si el concepto nos parece brillante es porque, a medida que sus identidades y conciencias comiencen a convivir, todas serán una bajo el nombre de Ash, al mismo tiempo agresor y víctima, privilegiado y oprimido, enemigo y amante, pasado y futuro.

Y quizá por eso, por la claridad de su premisa, no nos explicamos algunas decisiones narrativas que entorpecen visiblemente su desarrollo, como ese narrador que, aun en primera persona, escoge el tiempo pasado, y toma demasiada distancia respecto a los eventos de la novela. Adopta un punto de vista objetivo que nos habla desde el futuro y nos explica las contradicciones morales del protagonista en lugar de mostrarlas, pasando de puntillas por la deconstrucción del personaje, que pretende poner en el centro de la historia, para continuar con una trama cuya fuerza descansa por completo en esta evolución.

Si nos quedamos con un sabor agridulce no es porque Punto de inflexión no consiga lo que se propone, sino por la certeza de que podría haber llegado mucho más lejos en ese propósito. No obstante, su tratamiento de un tropo del que estamos tan saturados como es el multiverso es suficientemente original como para sostener la propuesta y hacer que el experimento merezca la pena, no tanto como historia cerrada sino como un camino a seguir explorando.