Pregúntale a Alicia es algo más que un libro. Son las confesiones de una joven de quince años que busca su lugar en el mundo mientras descubre, sin quererlo, el lado más oscuro de la vida. La historia comienza cuando la chica decide comprarse un diario para contarle a alguien todos sus problemas con la escuela, el sobrepeso, los chicos… Un día, sus padres le anuncian que van a mudarse a otra ciudad. Al principio cree que será una experiencia maravillosa, pero con el paso de los días se da cuenta de lo equivocada que está: de pronto se encuentra sola, nadie tiene intención de entablar amistad con ella y el único pasatiempo que tiene es quedarse en casa. Sin embargo, una noche la invitan a ir a una fiesta… y es en ella donde prueba por primera vez y de manera accidental las drogas.
A partir de entonces, Alicia entra en una espiral un tanto caótica y desenfrenada de la que no sabe bien cómo ni por donde escapar. Según avanza la novela, vemos cómo la protagonista se va transformando poco a poco en una persona completamente diferente, atraída por la adicción. El estilo del libro es ágil y directo. Un monólogo repartido por las distintas fechas entre la escritora y el lector. Una escritora que, por cierto, es desconocida. No se sabe quién fue esta adolescente y, como dicen en la primera hoja los editores, los lugares, los nombres y las fechas se modificaron bajo petición expresa de los afectados. El título de la edición original inglesa “Go ask alice” fue tomado de la canción White Rabbit interpretada por el grupo Jefferson Airplain (si escucháis la canción, entenderéis el motivo).
Como dato curioso, decir que la primera edición en España salió en junio de 1972 de la mano de Ediciones Martínez Roca y que para junio de 1973 ya iba por su duodécima edición. Punto de Lectura sacó la última versión en 2002 con una cubierta en la que aparece una joven tras una verja de alambre.
No queremos engañar al lector: el libro es duro, muy duro, pero también es cien por cien sincero y refleja una verdad que nos rodea y que intentamos no ver. Aun habiéndose escrito hace más de treinta y cinco años, da la sensación de que podría estar sucediendo hoy mismo. Un libro que desde El Templo recomendamos leer no por asustar a los jóvenes adolescentes de las perversidades del mundo, sino para comprender lo dura que puede ser la vida si no se toman las decisiones acertadas en los momentos importantes.
Lo leí hace tiempo en la biblioteca. Ni siquiera llegue a sacarlo... fue abrirlo y leerlo prácticamente de un tirón, ahí, justo delante del estante en el que estaba...