¡Cuidado! Como Effie y sus amigos bien saben, leer algo puede tener consecuencias desastrosas si no estás bien preparado. Por ejemplo, si no has leído El Valle del Dragón, no te aconsejamos que te aventures en esta reseña…
Algo raro está pasando en el Veromundo. Skylurian Midzhar pretende destruir todos los ejemplares de Los elegidos, la famosa novela de Laurel Wilde (la madre de la brujita Raven) y crear una nueva edición exclusiva para el magnate Albion Freake. Effie y sus amigos no están seguros de qué pretende la malvada editora con semejante estratagema, pero, teniendo en cuenta lo que ocurre cuando alguien se convierte en el Último Lector de un libro, la verdad es que todo ese asunto de Los elegidos no les hace ninguna gracia.
Por si fuera poco, su padre le está haciendo chantaje: le ha arrebatado la caja secreta (bueno, ya no tan secreta) donde guardaba todos sus adminículos, y se niega a devolvérsela hasta que ella le consiga cierto objeto que ha perdido y que parece imposible de encontrar. En la caja estaba la tarjeta de visita del Valle del Dragón, así que, si no halla lo que su padre le ha pedido, ¡Effie no podrá volver a ver sus primos!
En esta segunda entrega regresa el entrañable reparto que ya conocimos en El Valle del dragón , y también se nos presenta a otro puñado de personajes inolvidables, como los temibles alumnos del Beato Bartolo, el doctor Green, severo o encantador (según a quién le preguntes), o el famoso autor Terrence Deer-Hart, que nunca puede poner en sus libros tantas palabrotas como a él le gustaría. Scarlett Thomas utiliza a estos pintorescos personajes no solo para darle color a su historia, sino también para burlarse con sutileza de los arquetipos: profesores, entrenadores, empresarios, escritores… ¡nadie se salva!
Pero los verdaderos protagonistas no son ellos, ni las aventuras, sino la propia fantasía: a través de las llamativas ambientaciones, del variopinto elenco o de las disparatadas situaciones que conforman la trama, la saga Gran Temblor rebosa imaginación y magia. Y, por supuesto, un gran amor hacia el poder de la literatura, de la música y de la amistad.