Freya nació cantando, se hizo famosa gracias a YouTube y ahora, a punto de sacar su primer álbum, dicen que será la próxima Beyoncé. Por el camino ha perdido a su padre, que regresó a Etiopía para no volver, y a su hermana, con quien hace años que no habla. Y ahora ha desaparecido lo único que no podía permitirse perder: su voz.
Nathaniel siempre ha tenido una conexión especial con su padre: es su mejor amigo. Su madre le dejó porque decía que era como vivir con dos niños y, con el paso de los años, Nathaniel se ha dado cuenta de que así es. Quiere defenderle a toda costa, aunque eso suponga alejarse de todo el mundo y verse atrapado en su espiral de locura.
Los padres de Harun creen que tienen al hijo perfecto, aunque no vaya a la mezquita todas las semanas, pero Harun tiene un secreto y una pregunta para la que aún no ha encontrado respuesta: ¿sería capaz de ser infeliz toda la vida con tal de no decepcionar a su familia?
Sus destinos se entrelazan por casualidad una mañana en Central Park. Ya hace tiempo que se salieron del camino que estaba marcado para ellos, pero quizá juntos logren dibujar uno nuevo.
A Gayle Forman le gustan los libros que transcurren en poco tiempo: en este caso, un solo día. Esto hace que el instalove sea inevitable y que den ganas de acuñar el termino instafriendship para describir esta historia. Llama la atención que una autora que pone tanto interés en escribir un libro diverso, con tres protagonistas de culturas muy distintas, caiga en estos tópicos. ¿Será por lo atractivos que son todos? Harun se describe como «un chico guapo, muy bien vestido», Nathaniel es «alto, esbelto y con una estructura ósea que muchos desearían» y Freya, en fin, es una superestrella. Es una pena, porque son estos detalles los que hacen que Gayle Forman no alcance la perfección que consiguió en Si decido quedarme.
Por lo demás, la novela es estupenda. La autora mezcla el presente con escenas del pasado con tanta habilidad que ni nos damos cuenta; logra desvelarnos la historia poco a poco, manteniéndonos enganchados en todo momento. Los tres protagonistas son buenos personajes, aunque la que destaca es Freya, cautivadora y magnética. No hay sentimentalismos ni final hollywoodiense y, una vez asumido el instalove, todo se desarrolla con naturalidad.