En plena Segunda Guerra Mundial y en un Berlín devastado, Vivien fallece en un bombardeo aliado. Max, su marido, queda desolado por la pérdida mientras que el hijo de ambos, el pequeño Oliver, no comprende aún por qué su madre ha desaparecido sin dejar rastro. Semanas después, el niño es llevado a un hospicio en el que su abuela lo abandona entre lágrimas. Oliver no entiende nada y aún menos cuando le llevan junto a otros chicos de su edad a un castillo de grandes chimeneas.
Médicos, enfermeras, soldados y una amalgama de niños tullidos rodean a un Oliver completamente desconcertado. ¿Y su padre? ¿Por qué lo ha dejado allí, desamparado? Cuando Max descubra el error que ha cometido al abandonar a su hijo, quizás sea demasiado tarde.
Así comienza Oliver y Max, una entretenida novela sobre las desventuras de un padre y un hijo en los años más cruentos de la guerra. El hecho de que sean alemanes y no judíos, como estamos acostumbrados en este tipo de novelas, hace destacar a esta obra, pues se centra en la relación que existe entre los dos protagonistas.
Oliver y Max es una historia de decisiones, de la barbarie del régimen nazi y, sobre todo, de la relación entre un padre y un hijo. Una historia de amor filial con un decorado tan monstruoso como es el programa conocido como Aktion T4, que segó más de 200.000 vidas durante el conflicto.
Ángela Armero plantea una fórmula muy utilizada, la guerra desde los ojos de un niño, pero otorgándole un matiz distinto, pues la novela está contada por los dos personajes que le dan título: Oliver, un niño, con una voz muy conseguida, que no comprende el mundo en el que le ha tocado vivir, y Max, un hombre que se enfrenta a sus actos e intenta remediar sus errores.
Una ambientación muy realista y un estilo directo y muy visual (no en vano la autora es guionista) hacen de Oliver y Max una novela amena y emocionante con un final totalmente desgarrador.