Una vez realizada la tarea de limpiar, como castigo, el viejo armario empotrado del St. Bernadette’s, Maeve Chambers se topa con una curiosa baraja de cartas… Así nace, poco después, el Consultorio de Cartas del Tarot de la Ratonera. A medida que se corre la voz, las alumnas del instituto empiezan a acudir a Maeve para que les eche las cartas, a excepción de una de ellas: Lily O’Callaghan.

Lily y Maeve dejaron de ser mejores amigas hace más de un año. Pese a ello, Lily acaba aceptando una tirada. Sus dos primeras cartas indican tristeza y desamor, pero la tercera y última es una que Maeve está segura de haber retirado de la baraja: la escalofriante Ama de llaves. Maeve desconoce lo que la carta simboliza, pero Lily, creyendo que Maeve no quiere revelarle su significado por miedo a su reacción, explota contra ella. La pelea llega a su fin con una oración dicha por Maeve: «Ojalá desaparecieras».

El lunes Lily no va a clase. Y el miércoles la policía aparece en el instituto para confirmar su desaparición.

Bajo la premisa de que el tarot no predice el futuro, sino que solo te ayuda a analizar el presente, Caroline O’ Donoghue arma toda una trama que, en su desarrollo, echa mano de las distintas figuras que componen la baraja.

Nuestros poderes ocultos es una historia en cuyo centro se encuentra la herida que supone el fin de una amistad, pero que incluye, además, una desaparición —puede que paranormal— y a la vez un romance entre la protagonista y el hermano de la desaparecida. Ahora bien, deja de lado los prejuicios: no solo el interés romántico es un chico queer en Irlanda, un país fervientemente católico y conservador, sino que también el sufrimiento emocional y la amistad son clave.

Tratándose como se trata de una de las primeras novelas publicadas por O’ Donoghue, asombra su solidez: el estilo, los diálogos, la narración, los personajes, el ritmo… Por la maestría con que la autora hace uso de todo ello, este comienzo de trilogía, atrapante y adictivo, resulta una muy grata sorpresa. Es relevante, eso sí, destacar el papel que tiene la traducción de Isabel Sánchez Díez, que consigue trasladar a la perfección el tono desenfadado y actual de la primera persona.

Nos atrevemos a afirmar, en base a la calidad literaria de la novela y sus temas, que Caroline O’ Donoghue formaría un genial aquelarre literario con Deirdre Sullivan y Kate Scelsa.