Neena Chandrasekhar y Josie Gordon son íntimas. Desde el comienzo de su amistad durante el primer año de instituto, comparten una misma herida: a ambas las dejaron tiradas sus mejores amigas. En el caso de Josie, fue menos de un año después de la inesperada muerte de su padre.
En este tiempo se han tenido la una a la otra pero, ahora que la universidad está a la vuelta de la esquina, todo va a cambiar. Neena, por miedo que le dé, sabe lo que quiere; Josie no, sigue paralizada y siente ansiedad por el futuro.
Quizá por eso, Neena propuso que, antes de irse, se fueran de mochileras a hacer una ruta durante tres días. Josie se pregunta si dicha excursión dará lugar a un cambio trascendental. Pero la tensión que se ha ido acumulando entre ellas está a punto de estallar.
«Dos chicas se adentran en el bosque. Pero la historia no era un cuento de hadas. Su historia era de carne y hueso. Urgente y real».
El comienzo de No entres en el bosque, como la subida a Frazier Mountain, es escarpado: consta de una introducción lenta, diálogos chocantes, repletos de referencias, y un uso del lenguaje rebuscado. Por ello, el lector se ve obligado a tomar el papel de silvicultor que se adentra en el bosque que parece ser la novela. Pero, una vez su andadura llega a cierto punto, este no puede dejar de leer… despavorido.
No entres en el bosque es muy diferente de la primera novela de terror escrita por Stephanie Perkins. Mientras que Hay alguien en tu casa podía definirse como un slasher en el que el terror y el romance subsistían, No entres en el bosque es, en palabras de su autora, «una novela de terror humano, realista».
Al igual que en Hay alguien en tu casa, el aspecto psicológico se torna central. Pero, más que a su antecesora, esta nueva novela se asemeja a las escritas por Courtney Summers, las cuales tienen por protagonistas a chicas jóvenes a las que les suceden cosas espantosas porque en sus vidas se cruzan hombres repugnantes.
No entres en el bosque se trata de un trabajo que ha servido a su autora como catalizador de lo experimentado a nivel emocional entre 2017 y 2021, los cuatro años de Trump. Pero bien es cierto que, por lo extremadamente oscura que se vuelve en algunas partes, no es una lectura apta para cualquier estómago.