Emma está acostumbrada a la soledad. Por su actitud taciturna y su ojo blanco, la gente la acusa de estar maldita y traer desgracias a los que la rodean. Pero nadie sabe su verdadero secreto: tiene el poder de ver a los muertos. Tras pasar casi toda su vida en un internado, está a punto de regresar a Edens, el pueblo al norte de Gran Bretaña donde nació, y se verá obligada a convivir con su esquivo hermano Eliot, con el que nunca ha tenido una relación particularmente cercana, y que ahora está al mando de una importante excavación arqueológica realizada en el mismo pueblo. Para disgusto de su hermano, en ella también se involucra Lira, una paleógrafa dispuesta a todo por hacerse un nombre en los círculos académicos de una sociedad demasiado retrógrada.
La excavación, que gira en torno a la leyenda de la codiciada tumba de la duquesa Morrigan, una mujer misteriosa y aparentemente maldita, no solo agitará al pueblo, sino que empezará a complicarse cuando involucre muertes inquietantes, amenazas y presencias inexplicables. Nadie puede escapar de su pasado, y lo que se ha despertado en el cementerio de Edens es la prueba viviente de ello.
No cantes canciones tristes por mí es una novela autoconclusiva que cuenta con tres narradores distintos. Aunque la obra tiene un comienzo lento, en parte por el cambio constante de narrador y el tiempo que dedica la autora a asentar sus motivaciones y subtramas personales, consigue que nos encariñemos con unos personajes grises que, de primeras, no son del todo sinceros con el lector y arrastran una carga difícil de sobrellevar.
El halo de misterio que impregna cada momento de la historia, al igual que la ambientación gótica situada en los comienzos del siglo XX, logra transmitirnos ese toque oscuro y fantasioso que la novela promete. El argumento puede resultar un tanto predecible y tiene un final precipitado, pero a cambio nos da detalles interesantes sobre la arqueología de la época, el folclore y las convenciones sociales de Edens, y nos presenta una trama romántica bien hilada que roba protagonismo a la historia principal.
En definitiva, esta novela es la experiencia perfecta para cualquiera con el coraje suficiente para adentrarse en un cementerio inexplorado y lleno de enigmas.