Europa, 1829. En un colegio para jóvenes aristócratas a las afueras de París han confluido tres destinos que nadie pensaría que tuviesen nada común. Allí se encuentran un chico que dice llamarse Nemo, una hermosa muchacha que solo ansía su libertad y un exacróbata que trabaja al servicio de esa exclusiva institución para niños de buena familia. Juntos deberán enfrentarse a esa misión que Nemo carga sobre sus espaldas, y salir vivos de ella, por supuesto.
Resulta curioso poder leer la infancia de Nemo imaginada por otra persona, alguien que obviamente no es Julio Verne, y ver al protagonista de 20.000 leguas de viaje submarino a través de otros ojos. Y lo cierto es que no defrauda. Para empezar, el libro cuenta con unas increíbles descripciones, que no provocan somnolencia, pero que tampoco se quedan cortas, y se integran a la perfección con una trama sencilla y unos diálogos rápidos que llevan a una lectura fácil y divertida.
Nemo es un libro ameno y, al estilo de cualquier comienzo de trilogía, en sus apenas doscientas páginas nos presentan a los tres protagonistas, Nemo, Daniel y Ashlynn, nos dejan ver un poco de su pasado y sus deseos personales. Teniendo también en cuenta cuál es la extensión de la novela, el argumento es simple y lineal, pero precisamente por ello resulta una lectura fácil, perfecta para un bloqueo lector. Tras terminar la lectura del primer libro, el primer instinto es buscar los dos siguientes, así que esperamos que la editorial Anaya los traiga pronto.
La forma de narrar del autor, cuidada, enseña historia sin proponérselo. Muestra a los personajes como si todo fuese una deliciosa equivocación, al contarte las aventuras de un joven Capitán Nemo desde el punto de vista de los otros dos protagonistas. La pluma de Davide Morosinotto resulta cautivadora, entretenida, algo infantil y con regusto a libro clásico.
Este libro tiene aventura, amistad y un chico misterioso que no quiere desvelar sus secretos. Además, y para completar este plato combinado, tenemos una chica en busca de una libertad que solo ve posible a través de una huida desesperada, y un sirviente criado entre acróbatas con el corazón más grande que he visto en mi vida. ¿Quieres experimentar todo esto? Entonces no tardes mucho en hacerte con Nemo: el chico sin nombre.