¿Quién no ha soñado alguna vez con un mundo sin adultos? Un mundo donde poder hacer lo que quieras y cuando quieras, sin reglas ni nadie que te controle o te regañe. Sería el paraíso, ¿verdad?
Nada más lejos de la realidad. O, al menos, de la realidad de Jefferson y Donna, y de todos los adolescentes que viven en el mundo nuevo que dejó el misterioso virus que se cobró las vidas de todos los adultos y niños de la Tierra. Ahora solo quedan jóvenes que procuran sobrevivir en mitad del caos postapocalíptico que dejó el virus, algunos por libre, otros agrupados en comunas más o menos civilizadas. Un mundo sin reglas que ha resultado ser mucho menos divertido de lo que podría haberse imaginado Antes.
Por si la falta de suministros y el peligro constante no fueran problemas suficientes, la enfermedad que acabó con los adultos sigue actuando. En el mundo nuevo, pocos pasan de los dieciocho, y si lo hacen, no es durante mucho tiempo. Pero un día, en la pequeña pseudocivilización que ha aflorado en el parque de Washington Square, Cerebro, el mejor amigo de Jefferson, encuentra algo que puede ayudarles a entender cómo surgió el virus. Si lo consiguen, quizá logren descubrir cómo detenerlo, y así impedir la extinción.
Aunque lo más probable es que mueran en el intento.
La premisa de Un mundo nuevo no es una novedad en la literatura juvenil. Por ejemplo, resulta casi inevitable que nos venga a la cabeza la saga Olvidados, pero más allá de la desaparición de los adultos, Un mundo nuevo no tiene nada que ver con la serie de Michael Grant. En esta novela, los jóvenes protagonistas tienen que enfrentarse a una realidad mucho más cruda sin más habilidades especiales que su propio ingenio y valentía.
La historia está narrada en capítulos alternos y en primera persona por Donna y Jefferson. Las diferencias entre ambos personajes se ven no solo en su forma de actuar, sino también en su manera de expresarse y narrar los acontecimientos.
Aunque esta primera parte de saga (como sucede a veces) pueda resultar algo introductoria, no está exenta de ritmo y de peligros para sus protagonistas. Además, el potente final de Un mundo nuevo augura una segunda parte llena de emoción.